Reportaje:

Temor por la falta de plasma sanguíneo

Los afectados por las inmunodeficiencias piden que se siga recurriendo a las donaciones remuneradas de otros países

Los españoles con inmunodeficiencia primaria miran hacia Bruselas. Temen que la nueva directiva sobre sangre que aprobará el Parlamento Europeo en los próximos meses signifique una drástica reducción de las reservas de los hemoderivados que necesitan para vivir, si prospera la propuesta de no permitir el uso de hemorivados obtenidos mediante remuneración.

La inmunodeficiencia primaria, de la que existen más de 70 tipos distintos, es una enfermedad caracterizada por un fallo en el funcionamiento de los elementos encargados de la defensa del organismo provocado por un error congénito y, e...

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Los españoles con inmunodeficiencia primaria miran hacia Bruselas. Temen que la nueva directiva sobre sangre que aprobará el Parlamento Europeo en los próximos meses signifique una drástica reducción de las reservas de los hemoderivados que necesitan para vivir, si prospera la propuesta de no permitir el uso de hemorivados obtenidos mediante remuneración.

La inmunodeficiencia primaria, de la que existen más de 70 tipos distintos, es una enfermedad caracterizada por un fallo en el funcionamiento de los elementos encargados de la defensa del organismo provocado por un error congénito y, en ocasiones, heredado de los padres. Uno de cada 10.000 españoles padece este trastorno, que provoca infecciones, tumores e incluso agresiones de los anticuerpos sobre el propio organismo.

La UE prepara una directiva que podría prohibir el uso de sangre retribuida
Los pacientes necesitan recibir una dosis de inmunoglobulinas cada tres semanas
España importa hemoderivados de países donde se paga por donar la sangre

En algunos casos, el trasplante de una médula ósea compatible permite curar la dolencia, pero en muchos otros el paciente necesita transfusiones de plasma sanguíneo que le provean de las defensas que su cuerpo no fabrica. Estas defensas, las inmunoglobulinas, se obtienen a partir de las donaciones de sangre. Una persona afectada por una inmunodeficiencia primaria necesita una transfusión cada tres semanas. De no recibirla, acabará muriendo a los pocos años de nacer a causa de la infección más leve.

'Somos conscientes de que sólo tenemos 200 asociados y de que en España sólo existen unos 2.500 casos diagnosticados de inmunodeficiencias primarias, pero merecemos la misma atención que los afectados por enfermedades más prevalentes, como las cardiovasculares o las oncológicas. Los pacientes con inmunodeficiencia primaria necesitan la inmunoglobulina igual que un diabético necesita la insulina o un hemofílico la hemodiálisis', explica José González, vocal de la Asociación Española de Déficit Inmunitarios Primarios.

Pero España no produce suficientes derivados de la sangre como para atender la demanda nacional, y el Gobierno se ve obligado a importarlos de otros países. 'Mientras el autoabastecimiento de componentes sanguíneos es una meta lograda en el continente europeo, no ocurre lo mismo en cuanto a las necesidades de plasma para la fabricación de medicamentos', admite Julia González, subdirectora del área de epidemiología del Ministerio de Sanidad.

Así, del total de inmunoglobulinas que utilizan los hospitales españoles, el 17,6% de la inmunoglobulina humana normal se compra del extranjero. Un porcentaje que se eleva hasta el 78,2% y el 74,8% en la inmunoglobulina anti-D y antihepatitis B, respectivamente. Existen, además, otros componentes derivados de la sangre en los que España también es deficitaria. El factor de coagulación VIII, cuyo déficit en el organismo causa la hemofilia, se importa en el 31,7%; la albúmina, proteína plasmática utilizada para el transporte de proteínas, ácidos grasos, hormonas y fármacos, se compra en el extranjero en el 26%; y la antitrombina III, que inhibe las sustancias que forman el coágulo, se importa de otros países en el 71%.

La mayoría de estas importaciones provienen de Estados Unidos, donde las donaciones de sangre son remuneradas. Y aunque en España las donaciones retribuidas están prohibidas, cuando escasean determinados productos derivados del plasma sanguíneo las autoridades no dudan en acudir al mercado estadounidense para abastecerse. Pero ahora la Unión Europea se encuentra en pleno proceso de unificación de las legislaciones de los diferentes estados miembro y las voces en el Parlamento Europeo no son siempre tan permisivas.

'Todavía no está todo decidido. Lo más probable es que se apruebe una directiva lo suficientemente ambigua como para dar cabida a la importación de plasma sanguíneo proveniente de donaciones que han sido pagadas en otros países. Pero hay eurodiputados con una postura más restrictiva', asegura María Sornosa, miembro de la Comisión Europea de Medio Ambiente y Salud Pública, organismo que prepara el borrador de la directiva.

Aunque María Sornosa, eurodiputada por el Partido Socialista Europeo, reconoce que hasta ahora no se había tenido en cuenta en la discusión el problema del abastecimiento de los productos derivados del plasma sanguíneo, fuentes cercanas al Gobierno aseguran que la directiva no significará en ningún caso una amenaza para las reservas de hemoderivados. 'La directiva tan sólo pretende fomentar las donaciones altruistas, voluntarias y no remuneradas, pero no creo que se produzcan carencias por ese motivo', explica Miguel Ángel Vesga, miembro de la Comisión Nacional de Hemoterapia y presidente de la Sociedad Española de Transfusión Sanguínea.

Con la redacción de esta legislación común sobre la sangre el Parlamento Europeo pretende garantizar la seguridad y la calidad de la sangre y de sus componentes. La libre circulación de personas entre los países comunitarios y los casos de sangre infectada ocurridos en Francia y el Reino Unido obligan a extremar las precauciones y a unificar los criterios y procedimientos para certificar la seguridad de la sangre y sus derivados. En este sentido, el texto provisional de la futura directiva afirma: 'La donación de sangre voluntaria y no remunerada constituye un factor que puede contribuir a conseguir altos niveles de seguridad de la sangre y sus componentes y, por tanto, a la protección de la salud humana'.

Si bien es cierto que existen estudios científicos que apoyan la tesis de las instituciones europeas, también se pueden encontrar otros que sostienen que la remuneración de las donaciones no da lugar a un aumento de los casos de sangre contaminada. 'No hay ninguna evidencia que demuestre que el plasma obtenido a partir de donaciones remuneradas en países bien controlados sea menos seguro que el plasma no remunerado', asegura Teresa Español, presidenta del comité médico de la Organización Internacional de Pacientes con Inmunodeficiencias Primarias y jefa del servicio de inmunología del hospital Vall d'Hebron de Barcelona. 'De hecho, muchas empresas que se dedican a obtener las gammaglobulinas a partir de donaciones pagadas reconocen que les es más fácil controlar la calidad de la sangre de los donantes que cobran, ya que acuden más regularmente que los voluntarios, que pueden hacerlo una vez y no regresar más', añade Español.

Tal como está redactada en su versión provisional, la directiva es muy ambigua. El Parlamento Europeo cede a los estados miembro la capacidad de decidir si permiten la entrada en su territorio de derivados de la sangre provenientes de donaciones remuneradas. Lo único que dicta la nueva legislación comunitaria son los procedimientos y controles que deberán seguir esos hemoderivados y toda la sangre que circulen por Europa.

En todo caso, lo que tiene claro el Parlamento Europeo es que deben ponerse en marcha todas las medidas necesarias para fomentar las donaciones voluntarias y no remuneradas, procurando que los donantes tengan un reconocimiento público mayor, con el objetivo de alcanzar el autoabastecimiento.

Un paciente recibe un tratamiento con inmunoglobulinas en el hospital infantil Vall d'Hebron.ARDUINO VANNUCCHI

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