Tribuna:

Un futuro que no se improvisa

Las sociedades no se improvisan. Lo que será Barcelona dentro de 30 o 50 años será el resultado de las decisiones que tomemos hoy.

Y no hablo sólo de decisiones de tipo urbanístico o económico, sin duda muy importantes, sino de decisiones de tipo social, de modelo de sociedad por la que apostamos y hacia la que queremos ir.

Los vientos no parece que soplen en una buena dirección: aparecen muestras claras de intransigencia, de agresividad y de insolidaridad social preocupante. Se aprecia una cultura a veces caracterizada por una cierta frivolidad y superficialidad. Muchos países t...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Las sociedades no se improvisan. Lo que será Barcelona dentro de 30 o 50 años será el resultado de las decisiones que tomemos hoy.

Y no hablo sólo de decisiones de tipo urbanístico o económico, sin duda muy importantes, sino de decisiones de tipo social, de modelo de sociedad por la que apostamos y hacia la que queremos ir.

Los vientos no parece que soplen en una buena dirección: aparecen muestras claras de intransigencia, de agresividad y de insolidaridad social preocupante. Se aprecia una cultura a veces caracterizada por una cierta frivolidad y superficialidad. Muchos países tienen desde hace años una política que, con visión de futuro, sienta las bases de su crecimiento, de la sostenibilidad. En este marco han diseñado políticas educativas y políticas bibliotecarias ajustadas a las nuevas necesidades, como los dos ejes básicos de la nueva sociedad.

En el libro A library for all times (Una biblioteca para todos los tiempos, http://www.futurum.polyvalent.se/libpres.htm) sobre la biblioteca pública de Malmö en Suecia, se dice: 'La nueva biblioteca pública muestra de manera muy concreta cómo debe ser una organización del conocimiento moderna'. Ésta es una biblioteca -hay muchas más similares en Europa- que enlaza un nuevo edificio modélico, tecnologías de la información avanzadas, un alto nivel de los profesionales y una amplia diversidad de colecciones y sistemas para asegurar el acceso al documento y a la información.

Barcelona necesita hoy un gran equipamiento de este tipo, abierto a toda la población.

Barcelona necesita una biblioteca pública central urbana abierta todos los días del año, con un amplio horario y un abanico de servicios diseñados para colectivos especiales (escuelas, parados, jubilados, inmigrantes...), donde poder consultar o llevarse en préstamo libros, discos, vídeos, multimedia para aprender idiomas, donde encontrar respuesta sobre cualquier tema o aspecto de la ciudad, con accesos a Internet y a recursos electrónicos, con programas de formación para saber navegar y buscar en la red.

Estamos hablando de un importante centro de cohesión social, de impulso cultural, punto de encuentro de actividades ciudadanas: conferencias, exposicio

nes, debates. Un equipamiento que hace reales los principios democráticos de igualdad de oportunidades en el acceso a la cultura, la información y el conocimiento y que puede ayudar a evitar o a amortiguar la fractura digital.

Tenemos dibujado, aprobado, un potente instrumento que contribuye a la cohesión social y a moldear la sociedad del futuro.

Llega a Barcelona tarde, muy tarde, cuando las principales ciudades en Europa ya lo han creado, cuando todas las capitales de España -excepto Bilbao- ya lo tienen. Debería haberse inaugurado en 2004 en el Born, luego se aplazó hasta 2005. Hoy su asentamiento definitivo está pendiente de otra decisión política.

Tenemos una responsabilidad ante la sociedad de hoy pero, sobre todo, ante la de mañana. En muchas ocasiones se cita la visión de futuro que tuvo la Mancomunitat de Catalunya, con la creación del primer sistema de bibliotecas públicas abiertas a todos. La sociedad de hoy no tiene nada que ver con la de entonces. Hay, sin duda, grandes distancias entre la sociedad industrial y la sociedad de hoy, bautizada como sociedad de la información. El impacto de las tecnologías, el envejecimiento de la sociedad, las diferencias culturales y nuevas formas de trabajo son sólo algunos factores que marcan el nuevo contexto. La información es cada vez más importante, pero hace falta conocimiento y, sobre todo, es preciso alimentar nuevos valores como base de la nueva cultura. En este nuevo contexto necesitamos un instrumento pensado, diseñado para esta nueva sociedad. Un lugar de encuentro multicultural, motor de la sociedad del conocimiento.

Es un reto, y todos somos, en mayor o menor medida, responsables de su resultado.

nes, debates. Un equipamiento que hace reales los principios democráticos de igualdad de oportunidades en el acceso a la cultura, la información y el conocimiento y que puede ayudar a evitar o a amortiguar la fractura digital.

Tenemos dibujado, aprobado, un potente instrumento que contribuye a la cohesión social y a moldear la sociedad del futuro.

Llega a Barcelona tarde, muy tarde, cuando las principales ciudades en Europa ya lo han creado, cuando todas las capitales de España -excepto Bilbao- ya lo tienen. Debería haberse inaugurado en 2004 en el Born, luego se aplazó hasta 2005. Hoy su asentamiento definitivo está pendiente de otra decisión política.

Tenemos una responsabilidad ante la sociedad de hoy pero, sobre todo, ante la de mañana. En muchas ocasiones se cita la visión de futuro que tuvo la Mancomunitat de Catalunya, con la creación del primer sistema de bibliotecas públicas abiertas a todos. La sociedad de hoy no tiene nada que ver con la de entonces. Hay, sin duda, grandes distancias entre la sociedad industrial y la sociedad de hoy, bautizada como sociedad de la información. El impacto de las tecnologías, el envejecimiento de la sociedad, las diferencias culturales y nuevas formas de trabajo son sólo algunos factores que marcan el nuevo contexto. La información es cada vez más importante, pero hace falta conocimiento y, sobre todo, es preciso alimentar nuevos valores como base de la nueva cultura. En este nuevo contexto necesitamos un instrumento pensado, diseñado para esta nueva sociedad. Un lugar de encuentro multicultural, motor de la sociedad del conocimiento.

Es un reto, y todos somos, en mayor o menor medida, responsables de su resultado.

Adela d'Alòs-Moner es presidenta del Colegio Oficial de Bibliotecarios Documentalistas de Cataluña. cobdc@cobdc.ictnet.es

Archivado En