Entrevista:VIKRAM CHANDRA | Escritor

'No me importa que se busque lo exótico en mis libros'

Son cinco historias las que Vikram Chandra (Nueva Delhi, 1962) ha reunido en Amor y añoranza en Bombay, que acaba de aparecer en Espasa. Todas ellas llevan un título que se refiere a uno de los objetivos de la vida según el pensamiento hindú. Dharma (Deber), Shakti (Poder), Kama (Placer), Artha (Fortuna) y Shanti (Paz) funcionan como narraciones autónomas, pero tienen un protagonista único: Bombay en los años noventa, y sus habitantes y conflictos. Una ciudad rebosante de vida, llena de contradicciones, sacudida por el vértigo de una modernidad que intenta asentarse...

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Son cinco historias las que Vikram Chandra (Nueva Delhi, 1962) ha reunido en Amor y añoranza en Bombay, que acaba de aparecer en Espasa. Todas ellas llevan un título que se refiere a uno de los objetivos de la vida según el pensamiento hindú. Dharma (Deber), Shakti (Poder), Kama (Placer), Artha (Fortuna) y Shanti (Paz) funcionan como narraciones autónomas, pero tienen un protagonista único: Bombay en los años noventa, y sus habitantes y conflictos. Una ciudad rebosante de vida, llena de contradicciones, sacudida por el vértigo de una modernidad que intenta asentarse sobre una herencia de tradiciones muy diferentes y las resonancias de un pasado milenario. Chandra había publicado anteriormente en España Tierra roja (Siruela) y forma parte de ese grupo de autores indios que están conquistando Occidente en los últimos años, como Arundhati Roy, Rohinton Mistry, Vikram Seth, Amitav Ghosh, Anita Desai o Salman Rushdie, entre otros.

Pregunta. La tradición oral es una de las fuentes que alimentan su libro. ¿Cómo convive con el presente que retrata, repleto de las contradicciones de nuestro tiempo?

Respuesta. Las narraciones orales son fundamentales en la tradición india. Cada vez que se quiere hablar de un pensamiento filosófico, un concepto ético o una idea religiosa se los expresa a través de una historia. El Mahabharata y el Ramayana, nuestros grandes poemas épicos, tienen un origen oral. Creo, además, que frente a los desafíos de las nuevas tecnologías, la tradición oral sigue viva en mi país. Seguimos reuniéndonos para contarnos historias.

P. Sus relatos están titulados con los nombres de grandes conceptos, ¿cómo consigue evitar que se conviertan en fábulas moralizantes?

R. Son, efectivamente, grandes palabras que tienen una profunda influencia en la vida de los indios. Yo quería ver cómo se encarnan en la existencia corriente y fragmentaria de los habitantes de Bombay en los años noventa. De todas formas, ni siquiera en los grandes poemas épicos estas palabras tienen significados simples, ni correlatos morales inmediatos. Todas las historias que allí se cuentan están cargadas de una fuerte condición trágica, ocurren porque tienen que ocurrir, y no tienen una explicación sencilla. La lección de estos poemas es que no existen las soluciones fáciles. Y es eso lo que he querido trasladar a mis historias.

P. Además de apoyarse en la tradición oral, ¿qué otros caminos frecuenta en su escritura?

R. En este último libro, cada historia empieza con la narración que le cuenta en un bar un hombre mayor a uno más joven. He querido, además, que esas historias se cuenten con las herramientas de géneros distintos, como el cuento de fantasmas o la investigación policiaca. Hay, por eso, una cierta distancia irónica, un juego literario. Un montón de historias dentro de otras historias.

P. Y la India actual como telón de fondo. ¿Cómo ve su país, tan lleno de tensiones últimamente?

R. La situación con Pakistán es verdaderamente peligrosa. Dos ejércitos armados frente a frente y una frontera en medio: en cualquier momento puede saltar la chispa y desencadenarse la catástrofe. Lo paradójico es que el enfrentamiento se produce en función de unas ideas abstractas, cada vez más radicales, que luego poco tienen que ver con las vivencias de la gente. Los de un lado y los del otro saben que son iguales y que tienen parecidos problemas. La radicalización ideológica se produce, sobre todo, en los grandes centros urbanos, donde la violencia que se desencadena de tanto en tanto está generando un auténtico clima de miedo. Además, como en el reciente asalto de una multitud musulmana a un tren en el que viajaban hindúes, el Gobierno se desentiende de la violencia y deja que las cosas sigan su curso sin intervenir.

P. El interés de Occidente por la literatura india, ¿obedece a un afán por buscar lo exótico o al valor de los escritores actuales?

R. Creo que estamos atravesando por un momento muy creativo. La sociedad india se enfrenta a muchos desafíos y hay mucha energía bullendo en todas partes. Si luego un lector de Nueva Jersey busca detalles exóticos en mis obras, o en las de mis colegas, es algo que no me importa en absoluto. Yo seguiré contando lo que quiero contar.

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