Columna

Educación y democracia

¿Por qué la ministra de Educación, Pilar del Castillo, se empeña en enfrentarse al sector de la enseñanza cada vez que decide legislar sobre la materia? Lo hizo con motivo de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), ganándose a pulso la enemiga del mundo universitario, y lo está haciendo con la anunciada Ley de Calidad, situándose frente a un amplio sector de la enseñanza secundaria. ¿No hubiese sido más saludable, y de más provecho para todos, haber tratado de llegar a un pacto sobre la educación (universitaria y de enseñanza secundaria) con el PSOE, dada la afición que el PP tiene a llegar a ...

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¿Por qué la ministra de Educación, Pilar del Castillo, se empeña en enfrentarse al sector de la enseñanza cada vez que decide legislar sobre la materia? Lo hizo con motivo de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), ganándose a pulso la enemiga del mundo universitario, y lo está haciendo con la anunciada Ley de Calidad, situándose frente a un amplio sector de la enseñanza secundaria. ¿No hubiese sido más saludable, y de más provecho para todos, haber tratado de llegar a un pacto sobre la educación (universitaria y de enseñanza secundaria) con el PSOE, dada la afición que el PP tiene a llegar a acuerdos con el principal partido de la oposición, marginando y dejando de lado a los demás? Parece ser que el PP no lo cree así. En esto de la educación el PP prefiere andar por libre. Él sólo se basta para llevar esta nave a puerto. Pero... ¿a qué puerto? Cuando se debatía la LOU, el presidente Aznar se permitió descalificar a los rectores de las universidades acusándoles de 'defender un corporativismo rancio y reaccionario' y calificándoles de 'progres trasnochados'. Lo bien cierto es que aquella ley se debatió en el Congreso con nocturnidad y alevosía en una sesión maratoniana que acabó de madrugada y en la que el debate arrojó una media de un minuto por enmienda. No sé si esta Ley de Calidad seguirá el mismo proceso de discusión parlamentaria. No tendría nada de particular. Para eso tienen mayoría absoluta. Para ejercer el poder absoluto. Por parte del PSOE se ha aludido a esta reforma con descalificaciones como 'franquista' y similares. La ministra ha puesto el grito en el cielo. No le gustan las descalificaciones. No es una forma, ni educada ni democrática, de expresar las opiniones. No demuestra buena crianza. Y tiene razón. Sólo que sería conveniente que también le hiciese estas recomendaciones a su jefe político, Aznar, el que insultaba a los rectores. Esto es algo impropio de un político de tan acrisolada trayectoria liberal y democrática como José María Aznar. Lástima que quiera dejar la política. Le vamos a echar en falta.

fburguera@eresmas.com

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