Reportaje:

Se busca pueblo para una escultura de 12 toneladas

Un artista tiene que retirar una de sus obras de Alcorcón para que el Ayuntamiento construya una biblioteca

Jesús Gironella, un escultor madrileño de 44 años, tiene que cargar con una pesada losa: las 12 toneladas de una inmensa obra que realizó en la explanada de los Castillos de Alcorcón para conmemorar la entrada al nuevo milenio. Pero el pasado día de Navidad -y tras dos años de continuas reclamaciones por parte del Ayuntamiento (PP) para que el artista retirara su obra- el escultor se encontró que las 12 campanas y los 12 tubos de hormigón armado que le cedió el Canal de Isabel II para constuir su inmensa obra habían sido desmontados y arrinconados. El Consistorio necesitaba la parcela para con...

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Jesús Gironella, un escultor madrileño de 44 años, tiene que cargar con una pesada losa: las 12 toneladas de una inmensa obra que realizó en la explanada de los Castillos de Alcorcón para conmemorar la entrada al nuevo milenio. Pero el pasado día de Navidad -y tras dos años de continuas reclamaciones por parte del Ayuntamiento (PP) para que el artista retirara su obra- el escultor se encontró que las 12 campanas y los 12 tubos de hormigón armado que le cedió el Canal de Isabel II para constuir su inmensa obra habían sido desmontados y arrinconados. El Consistorio necesitaba la parcela para construir una biblioteca.

'Ya han destrozado una importante obra de arte', explica Gironella. 'Ahora el Ayuntamiento debería compartir conmigo este problema, ya que ha disfrutado de la instalación dos años', comenta.

'Han pasado dos años y no hay forma de que quite su obra', afirma el concejal de Cultura del municipio sureño

Pero sabe que la ley no está con él. El convenio que suscribió con el Consitorio era claro: se le autorizaba a instalar en la explanada el Reloj de la edad de hormigón armado, pero sólo durante 40 días. Si, transcurrido ese periodo, el Ayuntamiento no quería adquirir la obra por cinco millones de pesetas -y no quiso-, el artista se comprometía a retirarla. 'Pero tan sólo mover los tubos cuesta medio millón de pesetas y, además, yo no tengo almacén donde guardarlos', admite.

'La obra no tiene tanta importancia como para dejarla instalada definitivamente en la ciudad', responde el concejal de Cultura, Franciso José Torres, del PP. Y añade: 'Nos sentimos engañados por el artista: le echamos una mano para que pudiera darse a conocer exponiendo en Alcorcón, pero han pasado meses y más meses y no hay forma de que la retire'.

De hecho, el Consistorio decretó en julio de 2000 que el artista se llevase lo que era suyo. Pero no hubo manera. Cansado de esperar, el Ayuntamiento, que ya ha comenzado a mover los terrenos para construir la biblioteca, trasladará los restos de la obra a unos almacenes municipales. 'Gironella tendrá que recogerla de ahí cuando buenamente pueda', comenta el concejal, cansado de esta polémica.

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Lo cierto es que la instalación -en la que finalmente nunca sonaron las campanas para conmemorar la entrada en el año 2000- terminó siendo un espacio donde se reunían los grafiteros y los jóvenes para beber litronas, y no el 'lugar de encuentro' idílico que el artista había planeado para esta escultura circular con 12 bancos en el centro. 'El problema fue el vandalismo y los gamberros. Si la gente se hubiera comportado, es muy posible que todavía siguiera ahí: pero se cagaban, quemaban los bancos y la llenaron de pintadas', reconoce.

En cualquier caso, Gironella no quiere trasladar la obra a otro sitio: 'Ya no me quedan fuerzas para volver a montarla en otra zona, porque fue concebida exclusivamente para este lugar', comenta. 'Lo que sí que podría hacer es emplear el material para hacer otra instalación', anuncia.

El escultor tiene dos ideas que ofrece a cualquier municipio interesado. 'Se podría cavar una inmensa zanja y enterrar ahí los tubos con una lápida encima que pusiera: 'RIP. Aquí yace el Reloj de la edad de hormigón armado'.

Otra de las ideas que se le han ocurrido para el problema que se le ha venido encima es 'volver a reciclar los tubos y convertirlos en otra cosa; por ejemplo, una pista de patinaje. ¡Yo qué sé! Me comprometo a diseñarlo y a instalarlo', dice Gironella, agobiado por el peso del arte.

Pero Alcorcón no quiere ni oír hablar de ello, porque dicen que con Gironella sólo han tenido problemas. 'Yo lamento mucho esta situación, porque puede dar la impresión de que el Ayuntamiento está siendo poco sensible con la cultura. Pero debemos tener criterio. Y en la ciudad tenemos esculturas de artistas de reconocido prestigio'. Por eso, Alcorcón -'y dudo que otro municipio quiera la obra'- se ha cerrado en banda para acoger la instalación, aunque sea reciclada y con una forma nueva.

El portavoz de Cultura de la Asamblea de Madrid, Antonio Chazarra, ha empezado a moverse para encontrar algún otro ayuntamiento que esté interesado en el proyecto y, de paso, echar una mano al artista con su obra de 12 toneladas. 'En principio parece complicado, porque las obras se identifican con el espacio para el que han sido creadas', comenta el parlamentario. Y concluye: 'Siempre que desaparece una obra artística somos todos un poco más pobres'.

El Reloj de la edad del hormigón armado, obra de Jesús Gironella, en una imagen de archivo.

La oportunidad del reciclado

Si algo caracteriza la obra de Jesús Gironella es el trabajo con material reciclado y de desecho. Obras casi siempre de muy grandes proporciones y que se integran y están pensadas para un paisaje determinado. 'No son las típicas esculturas que salen del taller del artista finalizadas y que se pueden poner aquí o allí. Son todo un proceso en el que participa mucha gente y por el que pretendo dar una segunda oportunidad al material de desecho', comenta este escultor autodidacto. Con esta filosofía -y muchas veces integrando música en sus obras-, ha ido trabajando desde principios de los años noventa. Así realizó en 1992 una instalación para la Universidad Carlos III en su campus de Getafe. Con esta idea Gironella también colocó 20 esculturas en la Autónoma. Y con esta idea construyó in situ en 1994 Montaña de invierno en la estación de Atocha, una obra que corrió la misma suerte que la de la explanada de los Castillos de Alcorcón: terminó destrozada. 'Parece que éste es mi destino. Pero lo cierto es que hoy día ni los ayuntamientos ni nadie da importancia al arte', exclama. Su obra más reciente, después de haber creado un museo de escultura ecológica al aire libre en Parque Európolis (Las Rozas), ha sido en el exterior del centro cultural La Pocilla en Galapagar. Se trata de Reloj de la Edad de Piedra, una instalación en la que una inmensa piedra cuelga de una estructura metálica con forma de tienda de campaña india. La obra es la segunda de una serie (la primera está ubicada en Pinto) dedicada a la naturaleza, y fue inaugurada el pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente.

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