Intereses enfrentados entre Madrid y Rabat en agricultura y pesca

Agricultura y pesca constituyen dos cuestiones básicas en las relaciones entre España y Marruecos. Se trata de dos sectores con intereses en algunos casos complementarios, que pueden permitir una cierta colaboración, pero casi siempre han estado enfrentados. En el sector de la pesca, las aguas de Marruecos y del Sáhara han sido tradicionalmente caladeros indispensables para una parte de la flota pesquera española, que capturaba unas 160.000 toneladas, aunque más de 100.000 correspondían a especies de escaso valor, como la sardina. Las presiones de grupos económicos de Marruecos, interesados en...

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Agricultura y pesca constituyen dos cuestiones básicas en las relaciones entre España y Marruecos. Se trata de dos sectores con intereses en algunos casos complementarios, que pueden permitir una cierta colaboración, pero casi siempre han estado enfrentados. En el sector de la pesca, las aguas de Marruecos y del Sáhara han sido tradicionalmente caladeros indispensables para una parte de la flota pesquera española, que capturaba unas 160.000 toneladas, aunque más de 100.000 correspondían a especies de escaso valor, como la sardina. Las presiones de grupos económicos de Marruecos, interesados en controlar, con otros socios, las capturas en sus aguas y el comercio de ese pescado dieron lugar en los últimos años a un progresivo recorte de la flota española hasta su negativa, meses pasados, a negociar la renovación de un nuevo acuerdo. Esta actitud de Rabat ha supuesto la reestructuración de una flota compuesta por casi 400 barcos que llevan dos años en paro.

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En el sector agrario, por el contrario, la dependencia de Marruecos de la UE es total. Hace unos años, algunos empresarios españoles vieron la posibilidad de llevar a Marruecos plantaciones hortofrutícolas para producir más barato, con la posibilidad de acceder en mejores condiciones a los mercados comunitarios. Hoy, esa línea no se ha desarrollado como se esperaba, ha funcionado una cierta desconfianza y han sido escasos los empresarios que han optado por producir en ese país.

La agricultura marroquí, centrada en las producciones de frutas y hortalizas (fundamentalmente tomate), depende en gran parte de sus posibilidades de exportación a los países comunitarios. Este año, Bruselas aumentó el cupo de exportación de tomate de 150.000 a 168.000 toneladas. En esa estrategia de Rabat, España ocupa una posicion clave. Los productores españoles son, además, la principal oposición a que Bruselas abra la mano a las posibilidades de exportacion de Marruecos a la Unión Europea ante el temor a un hundimiento de mercados.

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