Detenida la banda que se llevó 500 millones en joyas de un comercio de Alicante tras secuestrar a sus dueños

Los supuestos autores del secuestro de los dueños de la joyería Amaya de Alicante y del robo que posteriormente perpetraron en el establecimiento, los días 19 y 20 de septiembre de 2000, están en prisión preventiva. La Policía Nacional los ha detenido en el marco de la operación Ludeco, tras un mes y medio de investigaciones. Cuando los investigadores de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) les detuvieron, acababan de asaltar un chalé en Madrid. Los agentes creen que los detenidos son los atracadores de la joyería Amaya de Alicante, de la que se llevaron unos 500 millones de pesetas...

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Los supuestos autores del secuestro de los dueños de la joyería Amaya de Alicante y del robo que posteriormente perpetraron en el establecimiento, los días 19 y 20 de septiembre de 2000, están en prisión preventiva. La Policía Nacional los ha detenido en el marco de la operación Ludeco, tras un mes y medio de investigaciones. Cuando los investigadores de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) les detuvieron, acababan de asaltar un chalé en Madrid. Los agentes creen que los detenidos son los atracadores de la joyería Amaya de Alicante, de la que se llevaron unos 500 millones de pesetas en joyas, y de otra en la calle de Atocha de Madrid.

Los investigadores les han decomisado cuatro armas de fuego, pasamontañas, abundantes joyas y documentación falsa. Entre ellas, había un carné del gremio de joyeros colombiano, con el que daban salida allí a las piezas robadas en España. Todos los detenidos han pasado a prisión preventiva. Las investigaciones comenzaron cuando la policía detectó hace un mes y medio la presencia del cabecilla del grupo, Elvin Andrés L. F., alias Bang bang, de 19 años. Éste había pertenecido a la conocida banda del Comandante, que se dedicaba a robar joyerías. Siempre actuaban de la misma forma. Dos integrantes del grupo vigilaban por las mañanas una zona de chalés de lujo para conocer sus entradas y salidas, las medidas de seguridad y la existencia o no de vigilancia privada o policial. Después, por la noche acudían los otros componentes de la banda, distribuidos en dos coches. Cuando veían un vehículo particular, le seguían hasta que se introducía en el chalé. En ese momento, y a punta de pistola, obligaban al morador a apagar los sistemas de seguridad y a comunicar la presencia de los ladrones en la vivienda. Después hacían gala de gran violencia para intimidar a los dueños.

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