Alperi sólo destina 34 millones para conservar el patrimonio de Alicante

El alcalde se gasta 60 millones en una escultura de motivo taurino

Los presupuestos del Ayuntamiento de Alicante para 2002 destinan más dinero que nunca al departamento de Cultura que dirige el portavoz del gobierno local, el popular Pedro Romero. Pero el destino de esos fondos ha generado polémica en el Consistorio. Desde la oposición (PSPV y EU) no se entiende que el gobierno que preside Luis Díaz Alperi se gaste 60 millones de pesetas en una escultura de motivo taurino y sólo destine 34 millones a la conservación del patrimonio histórico-artístico municipal.

La contención del gasto y la merma de inversiones que marcan las líneas maestras del proyect...

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Los presupuestos del Ayuntamiento de Alicante para 2002 destinan más dinero que nunca al departamento de Cultura que dirige el portavoz del gobierno local, el popular Pedro Romero. Pero el destino de esos fondos ha generado polémica en el Consistorio. Desde la oposición (PSPV y EU) no se entiende que el gobierno que preside Luis Díaz Alperi se gaste 60 millones de pesetas en una escultura de motivo taurino y sólo destine 34 millones a la conservación del patrimonio histórico-artístico municipal.

La contención del gasto y la merma de inversiones que marcan las líneas maestras del proyecto económico del Ayuntamiento de Alicante para el año que viene (31.000 millones de pesetas) no afectan al departamento de Cultura. Su responsable político, Pedro Romero, manejará más dinero que nunca, 'una buena noticia', según la oposición, si no fuera por el destino previsto de esos fondos. Romero se gastará en publicidad y propaganda 18 millones de pesetas, el doble que este año, e incrementa todas las partidas presupuestarias con las que sufraga el polémico programa de Las Noches del Castillo, cenas con espectáculo musical que organiza Romero cada verano en el castillo de Santa Bárbara.

Romero se vio envuelto en un escándalo cuando la oposición le denunció por pagar de más a las empresas organizadoras del evento estival. En plena polémica, Romero anunció que iba a modificar su sistema de contratación, siempre a dedo, para que su gestión fuera más transparente, y no pareció inmutarse cuando se descubrió que había pagado 1,6 millones de pesetas de más a la empresa que contrató una actuación musical. Dicha mercantil, Sol Producciones, tuvo de devolver el dinero. La oposición solicitó formalmente la creación de un comisión especial para investigar el caso, pero el alcalde Díaz Alperi la impidió con sus votos mayoritarios.

El presupuesto del Patronato Municipal de Cultural es generoso, además de en autobombo, en su apartado de contrataciones artísticas, al que destina más de 87 millones de pesetas, pero a la vez es muy escaso en la conservación del patrimonio histórico-artístico municipal, al que sólo destina 34 millones de pesetas. En eso sí coincide la gestión de Romero con la del equipo de gobierno, al que no parece interesarle la preservación de las señas de identidad.

Para la concejal socialista Carmen Sánchez Brufal, no hay más que echar un vistazo al documento económico de Cultura para darse cuenta de que al portavoz Romero sólo le interesa la adquisición de obras de arte, especialmente esculturas, y la publicidad. Y muestra de ello, sostiene Sánchez Brufal, es el gasto de 60 millones en un grupo escultórico de motivo taurino que el gobierno local va a colocar en la Plaza de España, frente a la plaza de toros. La justificación de ese gasto es inaudita.

Según consta en el expediente municipal, la escultura se adquiere para conmemorar las obras contra inundaciones que ha ejecutado la Consejería de Obras Públicas y Urbanismo en Alicante. La oposición, atónita, se pregunta qué tiene que ver el conjunto escultórico que reproduce unos cabestros y una calesa con unas obras de evacuación de pluviales.

Díaz Alperi llegó a bloquear el expediente de compra del grupo escultórico, pero Romero se salió con la suya y logró que la comisión de gobierno autorizara la peculiar escultura. El edil de Cultura ha sembrado la ciudad de estatuas que ha ido comprando de forma arbitraria, sin tasación oficial ni concurso público.

La oposición municipal no critica la instalación de esculturas en el casco urbano, pero sí censura duramente que se gaste tanto dinero en obras de arte mientras apenas se invierte en la conservación del deteriorado patrimonio histórico-artístico de la ciudad.

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