Los 'niños de la calle' son repatriados sin éxito hasta cinco veces

Educadores y juristas piden medidas sociales

¿Sirve de algo repatriar a los niños inmigrantes que viven en la calle? Definitivamente no. Así lo revela un estudio del Casal d'infants del Raval y la Fundación Jaume Bofill, según el cual los niños que son repatriados y entregados a sus padres regresan a Barcelona hasta cinco veces tras ser expulsados. El informe pide más recursos sociales y juzga de inconstitucional la voluntad del Gobierno de CiU de encerrar en centros a estos menores.

El informe, elaborado mediante entrevistas personales realizadas a 50 niños y adolescentes desamparados, explica que la mayor parte de los repatriado...

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¿Sirve de algo repatriar a los niños inmigrantes que viven en la calle? Definitivamente no. Así lo revela un estudio del Casal d'infants del Raval y la Fundación Jaume Bofill, según el cual los niños que son repatriados y entregados a sus padres regresan a Barcelona hasta cinco veces tras ser expulsados. El informe pide más recursos sociales y juzga de inconstitucional la voluntad del Gobierno de CiU de encerrar en centros a estos menores.

El informe, elaborado mediante entrevistas personales realizadas a 50 niños y adolescentes desamparados, explica que la mayor parte de los repatriados encuentran el sistema para regresar a España pocos meses después de su expulsión. Los menores desamparados se han convertido en un importante problema para las administraciones por la sensación de inseguridad que generan entre los ciudadanos.

Las administraciones creen que los últimos dos años han vivido en Barcelona unos 350 niños desamparados, aunque actualmente hay un centenar. Su perfil está muy definido: Son adolescentes de entre 15 y 16 años, proceden de la ciudad de Tánger (Marruecos) y no suelen tener referentes familiares en España. En el caso de tenerlos se trata de hermanos que no pueden o no quieren hacerse cargo de ellos.

Otra característica que define a los niños es su gran movilidad dentro de España, lo que dificulta el trabajo de los educadores que los atienden. Según una de las autoras del informe, Irma Rognoni, 'los niños se desplazan en función de los rumores que se pasan entre ellos. Si saben que en Madrid se les da más ayudas que en Barcelona, no dudan en marcharse'.

El 35% de los niños encuestados llegaron a Barcelona en 1999, año en que estalló la alarma social por los hurtos y pequeños delitos provocados por algunos de estos menores. Pese a que el fenómeno es bastante reciente, algunos de los menores encuestados afirman haber llegado a Barcelona en 1995 o 1996.

Con estos datos en la mano, la Fundación Jaume Bofill reclamó ayer un mayor esfuerzo en políticas de tutela y educación para estos menores y rechazó de plano los cambios que quiere introducir el Gobierno catalán en la ley de Protección del Menor. Esta ley prevé restringir la libertad de aquellos menores desamparados que hayan transgredido las normas sociales. La indefinición de este concepto hace pensar a los responsables de la fundación que la reforma de esta ley podría ser inconstitucional.

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Uno de los autores del informe, Jaume Funes, considera que 'la ley actual aporta todas las respuestas necesarias, pero faltan recursos y, sobre todo, voluntad política para aplicarla'.

El edificio que acogerá las nuevas oficinas de Extranjería, ayer.JOAN GUERRERO

La oficina de Extranjería se traslada

Dentro de un año las colas de inmigrantes dejarán de formar parte del paisaje de la avenida del Marquès de l'Argentera de Barcelona. Las oficinas de Extranjería de la Delegación del Gobierno, donde cada día acuden centenares de inmigrantes en busca de su regularización, se trasladarán a un edificio rehabilitado entre el parque de la Ciutadella y el barrio de Poblenou. Según el director de la oficina de Extranjería de Barcelona, Eduard Planells, el nuevo edificio permitirá 'atender a los inmigrantes en mejores condiciones', una reivindicación histórica de las asociaciones de trabajadores extranjeros. Las oficinas se trasladarán al actual almacén del parque móvil del Estado en Barcelona, situado entre las calles de Ramon Turró y de Ramon Trias Fargas. Se rehabilitará un ala entera del edificio, lo que significará disponer de unos 1.500 metros cuadrados de superficie para atender al público. Si se le suma el espacio destinado a almacenes y otras oficinas, la superficie construida llegará a 3.300 metros cuadrados. El Ministerio de Interior ha destinado una partida de 300 millones de pesetas para rehabilitar el edificio. Encabeza el proyecto la arquitecta Benedetta Tagliabue, viuda del fallecido Enric Miralles. El edificio, que según Planells será 'espacioso y luminoso' contrastará con las vetustas oficinas actuales, que fueron alquiladas por la Delegación del Gobierno en 1993 y han quedado pequeñas para afrontar la importante llegada de inmigrantes de los últimos años. Las colas de extranjeros ante las actuales dependencias, situadas al lado de la Delegación del Gobierno, son un auténtico suplicio para los inmigrantes, que en ocasiones tienen que aguardar toda la noche para conseguir ser atendidos. Los inmigrantes tienen que esperar su turno en la acera de la avenida del Marquès de l'Argentera, sin nada que les resguarde de las inclemencias meteorológicas y sin un lavabo público. Estas condiciones provocan frecuentes altercados, puesto que algunas personas se dedican a vender números a aquellos que no quieren hacer cola.

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