La Universidad rinde homenaje a los profesores depurados tras la guerra civil
Más de un centenar de profesores universitarios catalanes leales a la República tuvieron que abandonar las aulas y huir del país cuando las tropas de Franco tomaron Barcelona. Trabajaban en la Universidad Autónoma, que nació el 1 de junio de 1933 y murió el 28 de enero de 1939. Tras 62 años, y casi 25 de democracia, la universidad rinde homenaje al colectivo docente depurado por el franquismo.
A partir de hoy las personas que se paseen por el edificio Roger de Llúria de la Universidad Pompeu Fabra verán una escultura circular de vidrio de 4 metros de diámetro y 40 centímetros de altura:...
Más de un centenar de profesores universitarios catalanes leales a la República tuvieron que abandonar las aulas y huir del país cuando las tropas de Franco tomaron Barcelona. Trabajaban en la Universidad Autónoma, que nació el 1 de junio de 1933 y murió el 28 de enero de 1939. Tras 62 años, y casi 25 de democracia, la universidad rinde homenaje al colectivo docente depurado por el franquismo.
A partir de hoy las personas que se paseen por el edificio Roger de Llúria de la Universidad Pompeu Fabra verán una escultura circular de vidrio de 4 metros de diámetro y 40 centímetros de altura: una enorme mesa donde sentarse y leer los nombres y apellidos de esos profesores.
Para Núria Folch Pi (Barcelona, 1915), profesora de la Facultad de Filosofía y Letras y Pedagogía hasta poco antes de la caída de Barcelona, el homenaje es una alegría y un trago a la vez. 'No puedo dejar de pensar en los que se fueron y la catástrofe que significó lo que este país perdió'. Ella, como muchos profesores, subió a un autocar con destino a la frontera francesa a principios de 1939. Durmió en un tren junto a Antonio Machado, ya muy enfermo, acunado como un niño por su madre, de 90 años.
Albert, un hermano de Núria, también se exilió. Era profesor y trabajaba en el equipo médico del doctor Trueta, que revolucionó la cirugía de guerra y evitó las continuas amputaciones. El otro hermano, Jordi, también tuvo que salir al exterior: ganó una beca del Instituto Rockefeller, fue catedrático de Harvard y casi gana un Nobel por sus investigaciones sobre el cerebro. Los tres hermanos son un ejemplo de lo que perdió Cataluña en el terreno docente.