El Papa condena a ETA en la beatificación de 233 víctimas de la guerra civil española

Unas 25.000 personas asistieron ayer a la ceremonia, la mayor celebrada hasta ahora

'Deseo confiar a la intercesión de los nuevos beatos una intención que lleváis profundamente arraigada en vuestros corazones: el fin del terrorismo en España', dijo el Papa en un casi perfecto español. 'Desde hace varias décadas estáis siendo probados por una serie horrenda de violencias y asesinatos que han causado numerosas víctimas y grandes sufrimientos. En la raíz de tan lamentables sucesos hay una lógica perversa que es preciso denunciar', señaló. 'El terrorismo nace del odio y a su vez lo alimenta, es radicalmente injusto y acrecienta las situaciones de injusticia, pues ofende gravement...

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'Deseo confiar a la intercesión de los nuevos beatos una intención que lleváis profundamente arraigada en vuestros corazones: el fin del terrorismo en España', dijo el Papa en un casi perfecto español. 'Desde hace varias décadas estáis siendo probados por una serie horrenda de violencias y asesinatos que han causado numerosas víctimas y grandes sufrimientos. En la raíz de tan lamentables sucesos hay una lógica perversa que es preciso denunciar', señaló. 'El terrorismo nace del odio y a su vez lo alimenta, es radicalmente injusto y acrecienta las situaciones de injusticia, pues ofende gravemente a Dios y a la dignidad y los derechos de las personas'.

Durante la ceremonia de beatificación, el Papa se limitó a aludir a la guerra civil como a 'esa gran tragedia vivida en España durante el siglo XX'. También subrayó, al mencionar las biografías de los nuevos beatos, que 'no estuvieron implicados en luchas políticas o ideológicas, ni quisieron entrar en ellas', por lo que, según el Papa, su único delito habría sido el de ser cristianos.

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Entre los homenajeados por la Iglesia figuran 38 sacerdotes de la Archidiócesis de Valencia, así como un numeroso grupo de hombres y mujeres de la Acción Católica de la misma comunidad. En la lista de fusilados hay frailes dominicos, sacerdotes de la Archidiócesis de Zaragoza, franciscanos, capuchinos, además de cuatro religiosas de la misma congregación y una Agustina descalza.

Hay jesuitas, frailes salesianos, dos Hijas de María, Terciarios Capuchinos, sacerdotes, monjas carmelitas, escolapias y varias cooperadoras laicas, dos de ellas de Uruguay, que se convierten en las dos primeras beatas de ese país. Hay también monjas pertenecientes a las Hermanitas de los Ancianos, Terciarias, una misionera Claretiana y un joven de Acción Católica de Lleida, Francisco Castelló i Aleu.

'La Iglesia', dijo el Papa, quiere reconocer en aquellos hombres y mujeres un ejemplo de valentía y constancia en la fe, auxiliados por la gracia de Dios. Son para nosotros modelo de coherencia con la verdad profesada, a la vez que honran al noble pueblo español y a la Iglesia'. Una Iglesia decidida a recuperar a todos los eventuales mártires que la historia le ha dejado en el camino, aunque, a veces, pueda parecer ajena a la responsabilidad de la fe en algunas de las tragedias de los últimos tiempos.

'Todos estos nuevos beatos y muchos otros mártires anónimos pagaron con su sangre el odio a la fe y a la Iglesia desatado con la persecución religiosa y el estallido de la guerra civil', prosiguió el Pontífice. 'En aquellos años terribles, muchos sacerdotes, religiosos y laicos fueron asesinados sencillamente por ser miembros activos de la Iglesia'. En las primeras filas del público, entre las tocas de las religiosas, destacaba el encaje negro de las mantillas españolas que lucían algunas de las invitadas.

Las palabras del Papa estuvieron precedidas por las de Agustín García Gasco, arzobispo de Valencia, diócesis a la que pertenecen la inmensa mayoría de los nuevos beatos, y el cardenal de Barcelona, Ricardo María Carlés, en cuya diócesis murieron seis de los beatificados. Ambos prelados señalaron que muchos de los nuevos beatos no hubieran necesitado del martirio para ser elevados a los altares, porque sus vidas eran ya ejemplares y santas. En primera fila escuchaban el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, el presidente de la Comunidad Valenciana, Eduardo Zaplana, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, de negro riguroso y con mantilla.

Wojtyla recordó en su sermón la muerte trágica de José Aparicio Sanz y sus 232 compañeros, 'hombres y mujeres de todas las edades y condiciones: sacerdotes diocesanos, religiosos, religiosas, padres y madres de familia, jóvenes laicos. Todos ellos, según consta en los procesos canónicos para su declaración como mártires, antes de morir perdonaron de corazón a sus verdugos'.

El Papa, ayer en el Vaticano, a su paso ante la delegación oficial española a la ceremonia de beatificación.ASSOCIATED PRESS

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