El Gobierno de Turquía garantiza que no habrá colapso financiero

El primer ministro, Bulent Ecevit, reúne a su Gabinete para reajustar la política económica

Al término de la reunión con los máximos responsables de 13 grandes bancos (nueve públicos y cuatro privados), celebrada en la misma sede de la Presidencia del Gobierno, el subsecretario del Tesoro para el control de la banca, Zekeriya Temizel, expresó la voluntad de la Administración de sanear el conjunto del sistema bancario. Temizel ha tenido que aprobar la intervención pública, por distintas causas, de 11 de los 80 bancos del país. Los portavoces de las entidades de crédito declararon a la prensa que habían recibido serias garantías para que el Banco Central siga inyectando liquidez en el ...

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Al término de la reunión con los máximos responsables de 13 grandes bancos (nueve públicos y cuatro privados), celebrada en la misma sede de la Presidencia del Gobierno, el subsecretario del Tesoro para el control de la banca, Zekeriya Temizel, expresó la voluntad de la Administración de sanear el conjunto del sistema bancario. Temizel ha tenido que aprobar la intervención pública, por distintas causas, de 11 de los 80 bancos del país. Los portavoces de las entidades de crédito declararon a la prensa que habían recibido serias garantías para que el Banco Central siga inyectando liquidez en el sistema. El Gobierno plasmó este acuerdo por escrito a petición de los banqueros.

En cuanto a la reunión urgente del Gabinete, anoche sólo había trascendido que podría prolongarse hasta bien entrada la madrugada. Las cadenas de televisión se limitaron a mostrar la llegada de los miembros del Gobierno a la sede de la residencia del primer ministro y un breve encuentro mantenido entre los líderes de la coalición durante un receso del Consejo de Ministros. El mismo Ecevit saludó a los periodistas y les recomendó que no esperaran al resultado de la reunión en las nevadas calles de Ankara. 'No habrá ninguna declaración hasta que lleguemos a una conclusión concreta', declaró el primer ministro a la agencia estatal Anatolia.

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Mientras tanto, la ausencia del gobernador del Banco Central de Turquía, Gazi Ercel, en la reunión con los representantes de la banca era interpretada ayer por los analistas del canal de televisión de información continua NTV como un anticipo de su posible destitución. Ercel puso anoche su cargo a disposición del Gobierno, según el canal CNN Turk.

El representante del FMI para Turquía, Carlo Cottarelli, ya se entrevistó el viernes con el ministro de Finanzas, Sumer Oral, con el fin de afrontar la amenaza que pesa sobre los bancos turcos, muchos de los cuales se hallan fuertemente endeudados en divisas y obligados a operar con tasas de interés de hasta el 5.000%. A raíz del desplome de la lira turca frente al dólar estadounidense y el previsible descontrol de la inflación, el plan de estabilidad emprendido hace un año para sanear la economía y preparar la incorporación de Turquía a la UE ha caído en el olvido.

Ecevit asegura, sin embargo, que, 'a largo plazo, la devaluación será buena para el país'. El Gobierno de coalición que dirige insiste en mantener el control sobre los precios, aunque ha revisado al alza sus previsiones para situar el alza de la inflación este año en un 25%. Pero la crisis turca no empezará a cerrar sus heridas hasta el lunes, en la nueva reunión prevista entre el primer ministro y el presidente de la República, Ahmet Necdet Sezer, en presencia de la cúpula de las Fuerzas Armadas. Los mercados turcos siguen aguardando el apretón de manos entre ambos líderes para marcar el comienzo del fin del descalabro económico, causado precisamente por el portazo que Ecevit dio el pasado lunes a Sezer.

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La Asociación Turca de Industriales y Empresarios, la poderosa patronal Tusiad, ha exigido al primer ministro que ponga al frente de la economía del país a un hombre de confianza y con plenos poderes. En el mismo sentido se han manifestado las principales centrales sindicales. La prensa se ha sumado también al clamor popular para que rueden algunas cabezas de responsables del descalabro económico. 'Algunos ministros y altos cargos van a acabar pagando la factura de esta crisis', aseguraba ayer un editorialista del diario de gran difusión Milliyet.

Tres ciudadanos observan la evolución de los mercados de divisas en una casa de cambio, el viernes en Ankara.

Bancos bajo sospecha

Más de 3.000 millones de dólares (por encima del medio billón de pesetas) fueron vendidos a cambio de liras por el Banco Central de la República a varias entidades de crédito, supuestamente vinculadas a grupos próximos al poder, pocas horas antes de que el Gobierno turco decidiera dejar que fluctuara libremente la moneda nacional y se devaluara en más de un tercio de su valor. Este escándalo, aireado por los periódicos turcos, revela hasta qué punto la corrupción y el ventajismo están instalados en el sistema político y económico de Turquía.La prensa turca revela también que el presidente turco, Ahmet Necdet Sezer, no quiso enfrentarse directamente al socialdemócrata Ecevit durante la reunión del Consejo de Seguridad Nacional del pasado lunes, sino al viceprimer ministro Mesut Yilmaz, líder del Partido de la Madre Patria (conservador), que parece representar a las fuerzas opuestas a las reformas económicas emprendidas por el país.Fuentes diplomáticas europeas en Turquía precisan, a su vez, que Sezer intentó evitar un reparto salvaje de los despojos de la banca pública y por esa razón alertó al primer ministro en presencia de los militares sobre la rampante corrupción en un sector que va a ser privatizado próximamente.'EllosZekeriya Temizel, responsable del organismo público que supervisa el sistema bancario turco, ha condenado genéricamente a las entidades que se han lanzado a especular en plena crisis financiera para minar la confianza de los ciudadanos, pero no ha llegado a imponer sanciones a los posibles infractores.Mientras los especuladores hacían negocio el miércoles, los alrededores del Gran Bazar de Estambul recuperaban el jueves, tras la devaluación, el viejo esplendor del mercado negro de divisas, y los cambistas clandestinos atendían de nuevo a largas colas de personas que buscaban el refugio de una moneda fuerte para sus ahorros.

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