LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO

Ödon von Horvath, en Bilbao

Buenos chicos. Los más aplicados, inteligentes y volcados a una vocación a partir de su carrera académica en la UPV. No han lanzado nunca un cohete pirotécnico a la policía. No han quemado un cajero y les espanta la gente capaz de pegar un tiro en la nuca a un vendedor de chucherías, a un empresario o a un guardia civil.Son una nueva generación de jóvenes que estudia con ahínco y ambición en las universidades vascas. No saldrían por la noche con gentes de Jarrai, entusiastas de la cultura de la violencia contra el Estado español que niega todas las libertades a la idílica Euskadi en la que hab...

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Buenos chicos. Los más aplicados, inteligentes y volcados a una vocación a partir de su carrera académica en la UPV. No han lanzado nunca un cohete pirotécnico a la policía. No han quemado un cajero y les espanta la gente capaz de pegar un tiro en la nuca a un vendedor de chucherías, a un empresario o a un guardia civil.Son una nueva generación de jóvenes que estudia con ahínco y ambición en las universidades vascas. No saldrían por la noche con gentes de Jarrai, entusiastas de la cultura de la violencia contra el Estado español que niega todas las libertades a la idílica Euskadi en la que habría armonía si los inmigrantes no hubieran violado su virginidad.

Están destinados a mandar, creen. Están al margen de la lucha de los "intolerantes de ambas partes". Los grandes misioneros -ma-tarifes- de las ideas de redención nacional han nacido, algunos, lejos de Euskadi, ellos o sus padres, aquellos "invasores". Hacen méritos de vasquidad. Los aplicados estudiantes consideran que los atávicos son un accidente del paisaje. Pero los entienden. ¿Quién no quiere ser vasco aun a costa de mancharse las manos de sangre?

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Pero lo más triste, como en toda situación fascista o prefascista,no son los fanáticos, sino los equidistantes. "Euskadi es compleja, no hay que mezclar cosas", dicen. Sería odioso tener que tomar partido. El que puso la bomba el lunes es malo, pero la "falta de diálogo" ha podido inducirle a ello. Pobre. Al final, si hay muertos, la culpa es de Aznar. "Todos estamos inmersos en el conflicto". ¿Qué se les ha contado a estos chicos en las pasadas dos décadas? La perversión del lenguaje de esa juventud vasca recuerda los lamentos del escritor Ödon von Horvath en su libro Juventud sin Dios ante el auge de la indolencia moral bajo el nacionalsocialismo. Los jóvenes pierden referencias éticas hasta quedar inermes ante el mensaje de odio y destrucción racista y comprensivos ante la miseria moral nazi.

Se creen algunos menos enemigos de los nazis vascos que de España. Algún día pueden cambiar de idea. Puede también que sea tarde.

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