'La dulce España', de Armiñán, recuerda la época de 1880 a 1946

El escritor y cineasta obtuvo el Premio Comillas con su libro

"No son unas memorias", dice Jaime de Armiñán acerca de La dulce España (Tusquets), libro por el que recibió el Premio Comillas de obras biográficas, autobiográficas o de memorias. La cosa queda clara cuando el escritor y cineasta matiza que el libro abarca 70 años de historia española, desde 1880 hasta 1946. Armiñán repasa esa época a través de sus propios ojos, pero también desde las experiencias de sus padres y de su abuela.

El autor no sólo ha recurrido a sus recuerdos hasta su juventud, sino que ha escrito esta narración a cuatro bandas. Por un lado, los ojos de un niño para el que...

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"No son unas memorias", dice Jaime de Armiñán acerca de La dulce España (Tusquets), libro por el que recibió el Premio Comillas de obras biográficas, autobiográficas o de memorias. La cosa queda clara cuando el escritor y cineasta matiza que el libro abarca 70 años de historia española, desde 1880 hasta 1946. Armiñán repasa esa época a través de sus propios ojos, pero también desde las experiencias de sus padres y de su abuela.

El autor no sólo ha recurrido a sus recuerdos hasta su juventud, sino que ha escrito esta narración a cuatro bandas. Por un lado, los ojos de un niño para el que lo más importante no es la patria, sino su infancia, y como heroína sólo tiene a la madre. Por otro lado, la historia de esos años desde la visión de su madre, Carmita Oliver, actriz frustrada, ya que dejó su oficio al casarse. También el autor habla a través de Luis de Armiñán, su padre, que fue periodista y gobernador civil en diferentes destinos durante la II República, y no falta la narración desde la mirada de su abuela, la actriz Carmen Coreña."Yo era hijo único, enfermizo, tímido y mimado, y la guerra civil me liberó", comenta con humor, ya que aquel conflicto le quitó de un plumazo sus estigmas: "Dejé de ser el centro de atención porque había cosas más importantes de las que preocuparse".

Su padre, conocido cronista de guerra, convirtió a Jaime, desde sus primeros años de edad, en un nómada que vivía en aquellas ciudades por donde estaban los frentes, incluso en los años cuarenta, cuando vivieron en París durante la guerra europea: "Nunca podré olvidar a De Gaulle cantando La marsellesa en el balcón del Ayuntamiento". Fue un peregrinaje por hoteles y pensiones, en el que participaba toda la familia, incluida la perra Chiqui.

Visitantes ilustres

Pero también destaca su contacto con personajes de la época a los que el niño Armiñán no daba mayor importancia y sólo después tomó conciencia de quiénes eran. Por su casa, por las pensiones, pasaban amigos de su padre y de su abuelo Federico, entre los que se encontraban Mariano Benlliure, Luis Calvo, los hermanos Bienvenida y los Álvarez Quintero, González Ruano, Wenceslao Fernández Flórez, Manuel Machado, García Sanchís o el general Aranda.Armiñán no sólo ha recurrido a historias que le contaban en casa, sino también a textos que dejó su padre y a los que escribió su madre al quedarse viuda, en 1981, hasta su fallecimiento, en 1985. A pesar del dolor que le ha causado en muchos momentos hurgar en los recuerdos y, sobre todo, rememorar la desaparición de seres queridos, La dulce España, narrada en tono novelesco, está marcada por anécdotas graciosas y divertidas.

"En ocasiones ha sido como tener una fiesta con tus queridos fantasmas, pero es cierto que a veces me bloqueaba por la tristeza", explica Armiñán, quien aporta en su obra numerosos datos inéditos y material gráfico desconocido hasta ahora, que puede ser de especial interés para el estudioso o para el curioso de esta época, como es el que pone de relieve la enemistad abierta entre los generales Aranda y Franco o lo que ocurrió en la batalla de Teruel.

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