EL 'CASO DEL LINO'

De 90.000 hectáreas cultivadas a la práctica extinción

El cultivo del lino en España ha experimentado en la última década una de las mayores oscilaciones en el sector agrícola, al hilo de la evolución de las ayudas comunitarias y de los mecanismos de control para el cobro de las subvenciones. Hasta la campaña 1993-94, el lino era una producción marginal, con una superficie cultivada de apenas 186 hectáreas. A partir de esa fecha se produjo un crecimiento espectacular y alcanzó en la campaña 1998-99 las 91.000 hectáreas, con unos 10.000 millones de pesetas cobrados en subvenciones europeas. A partir de ese año, y a raíz de que se conociera la exist...

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El cultivo del lino en España ha experimentado en la última década una de las mayores oscilaciones en el sector agrícola, al hilo de la evolución de las ayudas comunitarias y de los mecanismos de control para el cobro de las subvenciones. Hasta la campaña 1993-94, el lino era una producción marginal, con una superficie cultivada de apenas 186 hectáreas. A partir de esa fecha se produjo un crecimiento espectacular y alcanzó en la campaña 1998-99 las 91.000 hectáreas, con unos 10.000 millones de pesetas cobrados en subvenciones europeas. A partir de ese año, y a raíz de que se conociera la existencia de un fraude en el cobro de subvenciones, el cultivo de lino ha descendido este año por debajo de las 20.000 hectáreas, cuatro veces menos, según datos de la Administración.El espectacular crecimiento de las hectáreas dedicadas al lino se debió a la existencia de una ayuda comunitaria muy rentable: unas 120.000 pesetas por hectárea frente a las 24.000 pesetas de media que se pagaban por cultivar cereales en esa misma superficie. Una segunda razón que explicaba el auge del lino fue el escaso control para que los agricultores justificasen haber cumplido las condiciones para acceder a la ayuda, como era el cosechar más de 1.500 kilos por hectárea.

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Junto a agricultores profesionales, a la sombra del negocio del lino crecieron tanto en la producción como en la industria transformadora los cazaprimas, según la denominación dada por las autoridades europeas que alertaron al Ministerio de Agricultura. Las empresas que convertían la varilla de lino en tejido se encargaban de justificar cifras de cosechas que nunca habían existido y cobraban las primas para luego hacer la liquidación a los agricultores. También proliferaron industrias transformadoras que controlaban el negocio de la venta de semilla a los agricultores.

Tras varios meses de escándalo, Bruselas procedió el pasado julio a la reforma de la Organización Común de Mercado para el lino y rebajó las ayudas desde las 120.000 pesetas a unas 32.000 pesetas por hectárea. Para el próximo año, con las nuevas ayudas, se prevé la casi desaparición del cultivo de lino.

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