Tribuna:

Luz y taquígrafos en un caso grave

La infección por el virus C es la más grave de las hepatitis víricas. El hecho de que no disponga de una vacuna y que tenga efectos más graves que la A o la B hace de este tipo de hepatitis la bestia negra de las unidades de hepatología de los hospitales. Se trata de un virus especialmente traidor, que puede permanecer agazapado, sin dar apenas síntomas, durante años. Una vez instaurada la infección, dos de cada tres enfermos evolucionan hacia formas crónicas, en las que el virus ataca el hígado, aunque no presente síntomas. El 10% aproximadamente de las hepatitis crónicas derivan con el tiemp...

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La infección por el virus C es la más grave de las hepatitis víricas. El hecho de que no disponga de una vacuna y que tenga efectos más graves que la A o la B hace de este tipo de hepatitis la bestia negra de las unidades de hepatología de los hospitales. Se trata de un virus especialmente traidor, que puede permanecer agazapado, sin dar apenas síntomas, durante años. Una vez instaurada la infección, dos de cada tres enfermos evolucionan hacia formas crónicas, en las que el virus ataca el hígado, aunque no presente síntomas. El 10% aproximadamente de las hepatitis crónicas derivan con el tiempo hacia cirrosis y cáncer de hígado, de modo que la infección por la hepatitis C es en estos momentos la principal causa de trasplante de hígado.No estamos hablando, pues, de una enfermedad menor. Se trata de una dolencia potencialmente grave que, en el plazo de unas décadas, puede comprometer la salud y la vida de las personas infectadas. El hecho de que el hospital haya mantenido en secreto el brote de contagios desde el pasado mes de julio podría indicar que se ha pretendido echar un manto de silencio sobre el suceso, algo que no se justificaría en aras de evitar la alarma social.

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De confirmarse el origen hospitalario del contagio, no sería el primer caso. Y el precedente más conocido, el ocurrido en Valencia en 1998, alerta sobre las graves consecuencias de guardar silencio y no adoptar medidas profilácticas a tiempo. El contagio masivo de pacientes por parte del anestesista Juan Maeso, que trabajaba en el hospital público La Fe de Valencia y en la clínica privada Casa de la Salud, demuestra que cuando está en juego la salud de los usuarios, todas las precauciones son pocas.

En el caso del Hospital de Figueres, la investigación abierta por Sanidad deberá determinar en primer lugar el origen y localización del brote, para asegurar que realmente está inactivo y evitar que puedan repetirse los contagios. Y deberá localizar también a todos los posibles afectados con la máxima celeridad posible. El hecho de que haya transcurrido más de un mes desde que supuestamente se produjeron los contagios hace que los posibles afectados hayan podido, a su vez, contagiar el virus en sus relaciones sexuales. Es urgente, pues, que todos los pacientes con riesgo de infección sean sometidos a las pruebas de detección del virus. Además, los afectados tienen derecho a conocer los peligros que corren en caso de haber sido infectados.

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