Un superviviente más
En relación con el artículo publicado en EL PAÍS del domingo 27 de agosto de 2000 sobre la tragedia del hundimiento del submarino C-4, desearía sacar a la luz un dato que para mi familia y para mí es de suma importancia, ya que, si no fuera así, yo no estaría en este mundo.En la misma mañana del 27 de junio de 1946, el joven de 21 años Francisco Sánchez García, natural de Cartagena y marino de la tripulación del C-4 (mi padre), se encontraba en el puerto de Sóller para salir de maniobras cuando, por orden de su superior, tuvo que desembarcar para marchar a la Escuela Naval de Fer...
En relación con el artículo publicado en EL PAÍS del domingo 27 de agosto de 2000 sobre la tragedia del hundimiento del submarino C-4, desearía sacar a la luz un dato que para mi familia y para mí es de suma importancia, ya que, si no fuera así, yo no estaría en este mundo.En la misma mañana del 27 de junio de 1946, el joven de 21 años Francisco Sánchez García, natural de Cartagena y marino de la tripulación del C-4 (mi padre), se encontraba en el puerto de Sóller para salir de maniobras cuando, por orden de su superior, tuvo que desembarcar para marchar a la Escuela Naval de Ferrol, dejando allí a todos sus compañeros para su triste final. Afortunadamente para él, el destino lo quiso así.
Tiene ahora 75 años y, retirado de la Armada y con demencia senil, sí que recuerda como si fuese ayer esa horrible historia; la ha contado siempre de hijos a nietos como lo que fue para él: volver a nacer y una catástrofe imposible de olvidar.
Aunque sabemos que sobre el tema hay mucha falta de información, es lógica la decepción de la familia al haberle omitido de entre las personas salvadas; él estuvo allí y tiene derecho a que se le nombre como un superviviente del C-4, ya que durante los siguientes años, hasta su jubilación, dedicó su vida a su pasión por los submarinos y su profesión: la Marina.- Eva Sánchez Rodríguez. Madrid.