TRAGEDIA EN EL ÁRTICO

Los daños en las escotillas impiden que un equipo de rescate ruso entre en el submarino

Los intentos de llegar hasta la dotación del Kursk continúan en el mar de Barents, mientras los familiares de los marinos van perdiendo la poca esperanza que les queda y Múrmansk, centro de la provincia del mismo nombre donde se encuentra la sede de la Flota del Norte, se prepara para los funerales. La jornada de ayer fue más dramática, si cabe, que las anteriores. Una de las cápsulas de salvamento logró llegar hasta una escotilla del Kursk, que permanece a 108 metros de profundidad con sus 118 tripulantes, pero no pudo abrirla debido a que estaba dañada, con fuertes deformaciones.

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Los intentos de llegar hasta la dotación del Kursk continúan en el mar de Barents, mientras los familiares de los marinos van perdiendo la poca esperanza que les queda y Múrmansk, centro de la provincia del mismo nombre donde se encuentra la sede de la Flota del Norte, se prepara para los funerales. La jornada de ayer fue más dramática, si cabe, que las anteriores. Una de las cápsulas de salvamento logró llegar hasta una escotilla del Kursk, que permanece a 108 metros de profundidad con sus 118 tripulantes, pero no pudo abrirla debido a que estaba dañada, con fuertes deformaciones.

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El capitán Ígor Babenko, portavoz de la Flota del Norte, informó de que por primera vez un batiscafo había logrado sujetarse a una escotilla de escape del submarino atómico varado en el fondo del mar de Barents y que realizó varios intentos de abrirla, pero sus daños se lo impidieron. Finalmente, el batiscafo tuvo que regresar a la superficie para recargar las baterías. Y al mediodía hubo unos minutos de peligro cuando el minisumergible que trabajaba en el fondo del mar tuvo que salir disparado a la superficie en una emergencia. Sus seis tripulantes llegaron arriba a salvo.Las poquísimas esperanzas que quedan de salvar a algún superviviente están puestas ahora en el pequeño submarino británico LR5 que a bordo del barco noruego Normand Pioneer debe arribar a la zona de la castástrofe hoy por la tarde.

Mientras, siguen apareciendo diversas versiones sobre las causas del hundimiento. Según el diario Segodnia, el submarino pudo haber sido embestido por un sumergible estadounidense, de lo que presenta pruebas indirectas. Primero, el crucero ruso Pedro el Grande, que como el Kursk participaba en las maniobras navales, "estableció contacto hidroacústico con otro objeto que estaba en el fondo del mar" y el sónar mostró que se trataba de un submarino. Pero como en la zona de las maniobras no había ningún otro ruso aparte del Kursk, "se le indentificó como extranjero". Después del accidente, dice el diario, sobre la zona aparecieron dos aviones estadounidenses de reconocimienmto Orion, y más tarde, los rusos interceptaron un mensaje de un submarino norteamericano que pedía permiso a Noruega para atracar en uno de sus puertos. Además, ese sumergible iba "muy despacio", lo que podía significar que había sufrido "serios daños". Otro diario, el Moskovski Komsomolets, conocido tanto por su amarillismo como por sus buenas fuentes en los servicios secretos, daba una versión más descabellada y escribía que "en los altos círculos insinuaron con gran secreto que el Kursk ha podido ser atacado" por submarinos extranjeros.

Sea como fuere, lo cierto es que la versión de que el Kursk se hundió por culpa de un submarino estadounidense gustó y durante la jornada encontró diversos apoyos. Arkadi Mámontov, corresponsal del segundo canal estatal, RTR, dijo en un reportaje desde el crucero Pedro el Grande -que con otra veintena de buques participa en las operaciones de salvamento- que tras el accidente fueron vistas "boyas de emergencia verdiblancas". Las de la Marina rusa son naranjas y blancas, subrayó Mámontov, que agregó que por dar esta información podía ser expulsado de la zona de la catástrofe. El almirante Eduard Baltin hace unos días había dicho que lo más probable era que el Kursk, que navegaba cerca de la superficie, hubiera sido embestido por un gran barco de carga. Pero ayer cambió de opinión. "He pasado tres días enteros frente al ordenador, simulando la situación, y he llegado a la conclusión de que el Kursk no chocó ni con un carguero o un rompehielos, incluso si iban con gran calado, sino con un submarino de EE UU", declaró el ex comandante jefe de la Flota del mar Negro. Otro almirante, Guennadi Kóstev, también culpa a un sumergible norteamericano.

Resulta entonces que según esta versión no oficial pero ampliamente divulgada el culpable es el enemigo de siempre: Estados Unidos. Excelente historia para desviar las críticas y la indignación de la opinión pública, que estaba dirigida contra Putin, el Gobierno y los militares. El instituto sismológico noruego Norsar había anunciado por la mañana que el sábado, día del accidente, había registrado dos explosiones en el mar de Barents, en la zona del hundimiendo del Kursk. Dentro del caos que ha rodeado este siniestro, la edición local de Komsomólskaya Pravda en Múrmansk publicó ayer la lista de las víctimas, que la Marina no había hecho pública, y contó que la había obtenido pagando un suborno a un militar equivalente a 120.000 pesetas.

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