Arafat y Barak 'resucitan' la cumbre de Camp David y siguen reunidos sin Clinton

Incluso la Casa Blanca cometió el error de perder la esperanza. Cuando ya había comunicado oficialmente el fracaso de la cumbre de Camp David, las delegaciones palestina e israelí anunciaron la disposición de sus líderes a prolongar la cumbre unos días más en ausencia de Bill Clinton, que se marchó a Japón con la esperanza de que a su regreso las conversaciones sigan en marcha. Madeleine Albright asume el papel de mediadora diplomática. Los negociadores, Ehud Barak y Yasir Arafat, no mostraron ningún optimismo y se esforzaron en explicar que mantienen sus exigencias iniciales.

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Incluso la Casa Blanca cometió el error de perder la esperanza. Cuando ya había comunicado oficialmente el fracaso de la cumbre de Camp David, las delegaciones palestina e israelí anunciaron la disposición de sus líderes a prolongar la cumbre unos días más en ausencia de Bill Clinton, que se marchó a Japón con la esperanza de que a su regreso las conversaciones sigan en marcha. Madeleine Albright asume el papel de mediadora diplomática. Los negociadores, Ehud Barak y Yasir Arafat, no mostraron ningún optimismo y se esforzaron en explicar que mantienen sus exigencias iniciales.

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Poco antes de las once de la noche del miércoles, la Casa Blanca difundió un comunicado a la prensa acreditada en Camp David en el que anunciaba el final de la cumbre. Pero una hora después comenzó a circular la disposición del equipo palestino a que Yasir Arafat permaneciera en Camp David hasta el regreso de Clinton, y los negociadores israelíes comunicaron la misma intención por parte del primer ministro Ehud Barak. Clinton habló con ambos para confirmar que se quedaban en EE UU. Cuando comprobó que también el fracaso y el regreso forman parte de las estrategias negociadoras, se plantó de inmediato en el centro de prensa para disfrutar el momento: "Todos pensábamos que se había terminado. Pero entonces descubrimos que nadie quería tirar la toalla".

Clinton habló con afonía y gesto cansado pero sonriente. A pesar de que estaba preparado para hablar de fracaso, se refirió al "esfuerzo intenso" hecho por las partes y la persistencia de "diferencias sustanciales". Después, con Clinton camino de Tokio, le tocó a su portavoz reducir cualquier asomo de triunfalismo: "No sé si unos días más servirán para algo", dijo un desconcertado Joe Lockhart.

En el cambio de actitud de Arafat y Barak intervino del rey de Jordania, Abdalá, quien se esforzó en convencer a los dos líderes de la responsabilidad histórica a la que se enfrentan si se marchan de la cumbre en desacuerdo.

Ahora las delegaciones se disponen -teóricamente- a seguir negociando bajo la mira de la secretaria de Estado Madeleine Albright hasta que Clinton regrese el lunes. Ayer, Albright mantuvo sendas reuniones con Brarak y Arafat, sin ningún avance sustancial. Un miembro de la delegación israelí lo expresó de otra manera: "Se congela todo hasta que vuelva Clinton", aseguró, y justificó la decisión de permanecer en EE UU "por respeto al presidente estadounidense"; a nadie se le escapa que Clinton ha invertido en estas conversaciones lo que le queda de su prestigio. Los líderes israelí y palestino también son conscientes de lo que se juegan: los dos se negaban a pactar, pero ninguno quería aparecer como el causante de la ruptura por miedo a ganarse la enemistad de Clinton.

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Fuentes cercanas al equipo de mediadores estadounidenses aseguran que no habría demasiado impedimento en cerrar acuerdos en torno al reconocimiento del Estado palestino, la devolución de buena parte de los territorios ocupados, la permanencia de asentamientos judíos en Cisjordania e incluso la indemnización a los refugiados, pero todo ello sigue condicionado al reparto de la soberanía de Jerusalén. La delegación palestina no acepta un acuerdo que no recoja esa cuestión.

En los próximos días, según estas fuentes, se negociarán cuestiones menores como el agua o el medio ambiente, en espera de que el auténtico conflicto de Jerusalén se reabra al regreso de Clinton.

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