La rebelión de los fieles

La complejidad escénica y musical de la Misa de Bernstein conmocionó literalmente al público que acudió el 8 de septiembre de 1971 a su estreno en Washington. Al acabar la obra, los espectadores permanecieron durante tres minutos pegados a sus butacas, hasta que la tensión explotó y los aplausos, que duraron casi media hora, certificaron la victoria inicial de Bernstein. Pero también se convirtió en una obra maldita: levantó ampollas entre los sectores más retrógrados de las comunidades religiosas. Líderes católicos y judíos condenaron como blasfemia la "inaceptable combinación d...

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La complejidad escénica y musical de la Misa de Bernstein conmocionó literalmente al público que acudió el 8 de septiembre de 1971 a su estreno en Washington. Al acabar la obra, los espectadores permanecieron durante tres minutos pegados a sus butacas, hasta que la tensión explotó y los aplausos, que duraron casi media hora, certificaron la victoria inicial de Bernstein. Pero también se convirtió en una obra maldita: levantó ampollas entre los sectores más retrógrados de las comunidades religiosas. Líderes católicos y judíos condenaron como blasfemia la "inaceptable combinación de liturgia y show".La dura crítica de las formas tradicionales de la celebración religiosa que Bernstein volcó en su obra -la celebración de una misa en la que los fieles se rebelan poniendo en duda la bondad divina- sacudió a la sociedad estadounidense de los años setenta, marcada por el asesinato de Kennedy, la guerra de Vietnam y los conflictos raciales. Consciente de que el paso del tiempo ha diluido sustancialmente su carga revolucionaria, la concepción escénica de Joan Ollé apuesta por sacar a la obra de su marcado contexto histórico.

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Lo que de verdad critica Bernstein es el sueño americano, la arrogancia del triunfador, poniendo en escena personajes que dinamitan la plácida espiritualidad de los mensajes religiosos denunciando la hipocresía y la doble moral. "En el montaje representamos esa sociedad con personajes arquetípicos: un soldado, una prostituta, una beata, una amazona y un millonario de Tejas. Hace 30 años, la propuesta de Bernstein podía escandalizar, pero hoy día lo único escandaloso es que alguien se sienta ofendido por esta obra", comenta Ollé.

Al director español le fascina esa condición titanesca que ilumina una partitura desmesurada, con partes cantadas en latín, hebreo e inglés -la Misa se ofrecerá con subtítulos y algunas canciones traducidas al castellano, al catalán y al gallego-, totalmente alejada del estilo sencillo y directo de West Side Story, la obra más popular de Bernstein.

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