Tribuna:

Europa vuelve a pensarse

Jospin pretende dar un tirón de la Unión Europea durante la presidencia del Consejo que le corresponde a Francia a partir del próximo 1 de julio y durante un semestre. Finalmente, tras meses de ensimismamiento, y esta vez de acuerdo con su presidente, pero rival, Jacques Chirac, Jospin quiere volverle a "dar sentido a Europa", pretensión loable, necesaria, pero no exenta de riesgos. Pues, hasta ahora, Europa se ha construido sin definir sus finalidades últimas, justamente porque hay más acuerdo sobre el camino que sobre la posada de llegada. Y desde hace un tiempo, en algunos campos, Europa av...

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Jospin pretende dar un tirón de la Unión Europea durante la presidencia del Consejo que le corresponde a Francia a partir del próximo 1 de julio y durante un semestre. Finalmente, tras meses de ensimismamiento, y esta vez de acuerdo con su presidente, pero rival, Jacques Chirac, Jospin quiere volverle a "dar sentido a Europa", pretensión loable, necesaria, pero no exenta de riesgos. Pues, hasta ahora, Europa se ha construido sin definir sus finalidades últimas, justamente porque hay más acuerdo sobre el camino que sobre la posada de llegada. Y desde hace un tiempo, en algunos campos, Europa avanza más como suma de políticas nacionales coordinadas que propiamente europeas, como se vio en la cumbre de Lisboa: diagnóstico europeo sobre la sociedad de la información; terapia fundamentalmente nacional, entre otras razones, como ha admitido el ministro francés de Asuntos Europeos, Pierre Moscovici, porque las opiniones públicas están en esta onda. ¿Hay que recordar que Kohl impulsó el euro contra su opinión pública?Pero hacía tiempo que no se escuchaban discursos constructivos y de envergadura en una Europa que si sufre de algo, cuando la economía empieza a ir bien, es de falta de liderazgo político. Francia, pues, recupera un proyecto europeo, aunque para otra Europa, menos europea. Alejada de la visión "personal" que ha expuesto el ministro alemán de Asuntos Exteriores, el verde Joschka Fischer, de una "federación europea", con una Constitución y un Parlamento bicameral.

Al menos, la proximidad de la presidencia francesa de la UE, los 50 años de la declaración de Robert Schuman que lanzó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y la actual debilidad del euro han llevado a Jospin a salir, en este campo, de su modorra para presentar algo más que unas ideas generales. Más allá de la perorata habitual sobre la "Europa social" o el acercamiento de la construcción europea a los ciudadanos hay apuntes concretos en el terreno institucional. Si en los últimos años la Comisión Europea se había convertido en chivo expiatorio de los males de Europa para Jospin, la nueva situación requiere una Comisión capaz de "asumir su papel de impulsora". A la vez, con mayor fuerza que antes, Alemania y Francia y otros vuelven a poner sobre la mesa la propuesta de que unos Estados puedan integrarse más que los otros -la llamada "cooperación reforzada" que se ha previsto, pero no aplicado, en el Tratado de Amsterdam- y contribuir así, como vanguardia, a tirar de la integración europea, especialmente en una UE que se enfrenta a una histórica y difícil ampliación que ha de llevarla hasta 25 Estados miembros. En esto coinciden Jospin y Fischer, seguros de que Francia y Alemania estarán en lo que inevitablemente será un núcleo duro, directorio de hecho. ¿Y España? Jospin también se propone aclarar el reparto de competencias entre la UE y los Estados, y a la vez ampliar los ámbitos de decisión por mayoría, para lograr una Unión Europea eficaz y más fuerte. No todos estarán de acuerdo, ni tampoco en un nuevo reparto del peso de cada Estado.

En cuanto al euro, tras su debilidad externa está también la debilidad política interna de la UE, aunque Schröder haya sido de los pocos en salir públicamente en defensa de este euro débil, que beneficia las exportaciones alemanas. Jospin retoma la idea de reforzar el Euro 11, el consejo de los ministros de Economía de los participantes en la moneda única, para ir creando una autoridad política que supervise las políticas nacionales y que haga de contrapeso a la autoridad monetaria que es el Banco Central Europeo, que, en sus palabras, ha de ser independiente, pero no huérfano. Mientras, discretamente, de forma pragmática y de momento no excesivamente ambiciosa, lo que va avanzando de verdad, de la mano de Solana, es la puesta en pie de instituciones para una política europea de seguridad y defensa. Europa. ¿Vuelve la iniciativa a la construcción europea? Esperemos que sí.

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