Pensamiento y creatividad

Joan Hernández Pijuan tomó ayer posesión del sillón que dejó vacante el pintor Hipólito Hidalgo de Caviedes y que no llegó a ocupar por su prematura muerte Gerardo Rueda, artistas a cuyo recuerdo dedicó las primeras palabras de su discurso.El nuevo académico fue elegido en mayo de 1997 miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su candidatura fue presentada por José María Azcárate, José Hernández Muñoz y Miguel Rodríguez-Acosta. Este último fue ayer el encargado de pronunciar el discurso de contestación al de Hernández Pijuan.

En sus palabras de contestación al discurs...

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Joan Hernández Pijuan tomó ayer posesión del sillón que dejó vacante el pintor Hipólito Hidalgo de Caviedes y que no llegó a ocupar por su prematura muerte Gerardo Rueda, artistas a cuyo recuerdo dedicó las primeras palabras de su discurso.El nuevo académico fue elegido en mayo de 1997 miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su candidatura fue presentada por José María Azcárate, José Hernández Muñoz y Miguel Rodríguez-Acosta. Este último fue ayer el encargado de pronunciar el discurso de contestación al de Hernández Pijuan.

En sus palabras de contestación al discurso, Miguel Rodríguez- Acosta resaltó que Hernández Pijuan, como artista nacido en Barcelona, "traerá los aires ricos de aquel gran crisol de arte y cultura que es Cataluña", hecho que aporta "un interesante beneficio añadido al de su nombramiento, en virtud de la necesidad de apertura y comunicación que tiene, hoy más que nunca, la institución". "Su consejo aportará las mejores reflexiones, los frutos más excelentes de su bagaje personal", señaló.

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"Hernández Pijuan encarna la figura no infrecuente del artista-profesor que combina la docencia con la pura creación", indicó Rodríguez-Acosta. Pero su caso tiene la particularidad de que la dedicación docente comienza en plena madurez, cuando el pintor tiene a sus espaldas una sólida producción y una carrera bien asentada, de modo que al embarcarse en la enseñanza artística lleva consigo el equipaje valioso de su propia experiencia".

"La Academia recibe", concluyó Rodríguez-Acosta, "a un intelectual de la pintura, a un hombre que ha cultivado el pensamiento como soporte de su creatividad, decantando lo esencial de lo superfluo, desprendiéndose de la hojarasca retórica".

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