Crítica:POP

El artista atormentado

Transita Pedro Andrea por territorios casi vírgenes en el panorama musical español. Demasiado enérgico para el público de las nuevas músicas, demasiado conceptual para la parroquia del pop-rock, este excelente guitarrista madrileño exige una aproximación desprejuiciada a su propuesta estética, una muy personal miscelánea de jazz aflamencado con otros sonidos más cercanos al desgarro y la transgresión.Después de Transparente, un debú que, aunque sólo fuera por el delicioso tema central, habría merecido mejor fortuna, Andrea muestra ahora en Tierra un espléndido autorretrato de su espíritu atorm...

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Transita Pedro Andrea por territorios casi vírgenes en el panorama musical español. Demasiado enérgico para el público de las nuevas músicas, demasiado conceptual para la parroquia del pop-rock, este excelente guitarrista madrileño exige una aproximación desprejuiciada a su propuesta estética, una muy personal miscelánea de jazz aflamencado con otros sonidos más cercanos al desgarro y la transgresión.Después de Transparente, un debú que, aunque sólo fuera por el delicioso tema central, habría merecido mejor fortuna, Andrea muestra ahora en Tierra un espléndido autorretrato de su espíritu atormentado y de una chispa creadora poco común: son canciones con la virtud de la variedad y la sorpresa, el encanto de lo atrevido y lo sutil.

Pedro Andrea Pedro Andrea (guitarra eléctrica), Greg Alcol (guitarra eléctrica), Basilio Martí (teclados), Óscar Morgado (bajo), Paco Beneyto (batería)

Sala Caracol. Madrid, 27 de marzo.

Por desgracia, algunos de esos méritos quedan desdibujados en lo alto del escenario. Andrea se siente obligado a recurrir a fragmentos pregrabados y al virtuosismo para paliar otras carencias materiales. Transiberiano, un tema demoledor en el álbum, perdió buena parte de su brillo en una ejecución atropellada y sin brillo, un problema extendido a lo largo de la noche. Tampoco está nada claro que este instrumentista excepcional deba colocarse ante un micrófono, como hace en Las llamas de mi hoguera, pero su afán por el discurso en primera persona le hace incurrir en algún que otro exceso. Con todo, Pedro Andrea ha logrado hilar un discurso sincero, coherente, sin concesiones, y es de justicia reivindicar la belleza de su música y ese talento suyo, tan desbocado.

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