Tribuna:

Esclavizar al IVAM

El IVAM es sin duda la mejor institución museográfica ideada en España durante los últimos 20 años. Gestada durante la etapa socialista, sólo se temió por su supervivencia cuando se debió afrontar el primer cambio político desde su creación, con la llegada del PP al poder hace un lustro. El nombramiento de Juan Manuel Bonet, reconocido experto en la materia, no sólo calmó toda ansiedad al respecto, sino que hizo pensar que nuestro país entraba en una razonable vía democrática de respeto a las instituciones culturales, o, lo que es lo mismo, a su autonomía. Por todo ello, la asombrosa e intempe...

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El IVAM es sin duda la mejor institución museográfica ideada en España durante los últimos 20 años. Gestada durante la etapa socialista, sólo se temió por su supervivencia cuando se debió afrontar el primer cambio político desde su creación, con la llegada del PP al poder hace un lustro. El nombramiento de Juan Manuel Bonet, reconocido experto en la materia, no sólo calmó toda ansiedad al respecto, sino que hizo pensar que nuestro país entraba en una razonable vía democrática de respeto a las instituciones culturales, o, lo que es lo mismo, a su autonomía. Por todo ello, la asombrosa e intemperante agresión contra el IVAM, perpetrada recientemente por el consejero de Cultura de la Generalitat, Manuel Tarancón, no se justifica ni siquiera como una torpe maniobra para inducir la dimisión del actual director. Si está insatisfecho con la gestión de éste, debe cesarle y explicar al consejo rector y a la sociedad sus razones, pero emplear una escultura, que para más inri se llama El esclavo, como arma arrojadiza es de una torpeza inadmisible, como lo es, todavía más, alegar que la entrada de un museo no es asunto de la competencia de su director, un bobo sofisma que insulta a la inteligencia de todos los ciudadanos. El argumento de Tarancón de que la calle es suya, además de las resonancias fraguistas predemocráticas, demuestra un erróneo concepto patrimonialista de la Administración. Pero, no nos engañemos, lo que está en juego ahora no es, en absoluto, dónde colocar una escultura -algo para lo que, por lo demás, hay que reconocer más competencia a Juan Manuel Bonet que a Tarancón, el cual, al parecer, encima ya cometió un gafe previo-, sino la autonomía del IVAM, vulnerada, en este caso, a través del peor y más grosero rodillo: el de aquí mando yo y hago lo que me da la gana. Queda todavía la esperanza de que se imponga la cordura y las aguas vuelvan a su cauce, ahora precisamente cuando el del Turia, a su paso por Valencia, está repleto de cachivaches culturales y cuando recién estrenada la mayoría absoluta del PP sus dirigentes no dejan de repetirnos que no desean aplastar a nadie con su victoria. Por otra parte, basta con echar una ojeada a los medios de comunicación, locales y nacionales, y a todos los sectores cualificados del mundo artístico valenciano o español, para comprender que hay una unánime opinión de que debe ser defendida la autonomía del IVAM y no esclavizarla aunque sea con la mejor intención.

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