La mirada de Godard sobre la cultura europea, reunida en cuatro libros y cinco discos Ezra Pound y Juliette Binoche acompañan la banda sonora de 'Historia(s) del cine'

El sello alemán ECM, distribuido en España por Nuevos Medios, ha publicado un estuche de cuatro libros y cinco discos con la totalidad de la banda sonora de la serie de vídeos que Jean-Luc Godard dirigió bajo el título Historia(s) del cine. Los libros recogen el texto íntegro de la narración de Godard, mientras que los discos añaden a su voz la de poetas como Ezra Pound y la de actrices como Juliette Binoche, además de música de diversos estilos, fragmentos de películas y otros documentos sonoros. El propio Godard considera que su obra resulta aún mejor así, sin imágenes.

La serie de ví...

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El sello alemán ECM, distribuido en España por Nuevos Medios, ha publicado un estuche de cuatro libros y cinco discos con la totalidad de la banda sonora de la serie de vídeos que Jean-Luc Godard dirigió bajo el título Historia(s) del cine. Los libros recogen el texto íntegro de la narración de Godard, mientras que los discos añaden a su voz la de poetas como Ezra Pound y la de actrices como Juliette Binoche, además de música de diversos estilos, fragmentos de películas y otros documentos sonoros. El propio Godard considera que su obra resulta aún mejor así, sin imágenes.

La serie de vídeos Historia(s) del cine (1988-1998), realizada por el director de cine francés Jean-Luc Godard a modo de síntesis histórica de la cultura europea desde la Segunda Guerra Mundial, fue saludada por la prensa especializada francesa como una obra de importancia capital, comparable a la de Picasso en pintura o a la de Proust y Joyce en literatura. La crítica estadounidense no quiso ser menos y quedó tan deslumbrada por el rigor escéptico y el vigoroso lirismo del proyecto que su entusiasmo incitó al Museo de Arte Moderno de Nueva York a programarlo puntualmente.En principio, la idea surgió a partir de un ciclo de conferencias ilustradas que Godard había pronunciado en Montreal; el carácter híbrido del trabajo, didáctico y artístico al mismo tiempo, animó a llevarlo a formato de vídeo a petición de Canal+ ARTE y Gaumont en cuatro capítulos divididos en dos partes cada uno.

Nadie sospechaba entonces que este último trabajo acabaría siendo publicado por el sello alemán ECM en un exquisito estuche de cinco discos que proponen la totalidad de la banda sonora, y cuatro libros que recogen la narración transcrita de Godard en su original francés y su correspondiente traducción al inglés y al alemán (En 1980, Alphaville publicó el libro Introducción a una verdadera historia del cine. Tomo 1, en traducción de Miguel Marías, con una parte sustancial de las conferencias pronunciadas por Godard en 1978). Se echará en falta un pequeño detalle, la imagen, pero hay poderosas razones para justificar la edición precisamente en este formato que excluye la parte visual.

Mejor sin imágenes

Quizá la más importante es que el propio Godard afirma que la serie resulta incluso mejor sin imágenes. Y es probable que tenga razón: su forma de hacer cine tiene una rara cualidad sonora que consigue extraer a la voz todo su atractivo tímbrico y descubre mil sutilezas acústicas en los monólogos y diálogos. Por otra parte, la ausencia de referencias visuales empuja a realizar al oyente cinematográfico un ejercicio activo de imaginación y a forjar en su mente tantos desarrollos como sea capaz.

La segunda razón, mucho más sencilla, es que Manfred Eicher, dueño de ECM y figura clave de la escena musical de las tres últimas décadas, es incapaz de lanzar al mercado productos convencionales. La unión de dos talentos tan alejados de la norma tenía que desembocar forzosamente en un esmerado objeto nacido con marchamo de histórica pieza de coleccionista, tan apetecible para seguidores de la filosofía musical de ECM como para cinéfilos empedernidos y curiosos en general.

No resulta sencillo definir el contenido de la obra. Sin duda, el proyecto se vertebra sobre la narración del propio Godard, plena de intención dramática, pero son los elementos sonoros añadidos los que le aproximan a la categoría de verdadera composición musical. Intercaladas con la de Godard, asoman las voces de André Malraux, Ezra Pound y Paul Celan, y cuando la precisión histórica o el ritmo narrativo lo requieren, se solapan fragmentos de películas y documentos fonográficos coetáneos de la acción. Juliette Binoche, Julie Delphy y Anne-Marie Miéville también participan de este rico mosaico sonoro que bien podría servir de crónica lúcida de un tiempo particularmente confuso.

Por supuesto, la música desarrolla un papel determinante en el conjunto. Tampoco aquí Godard se impone límites estilísticos: Bach y Beethoven comparten espacio con compositores actuales mucho menos conocidos del gran público como, entre otros, Arvo Pärt o Giya Kancheli, y también se incorporan fragmentos de héroes del soul, del jazz y de la canción, como Ottis Redding, John Coltrane, Leonard Cohen y Paco Ibañez. Como sonido familiar y recurrente, Godard utiliza su propia máquina de escribir eléctrica, a modo de ametralladora incruenta con la que, se presiente, quiere barrer del mapa los convencionalismos absurdos y, si se ponen a tiro, incluso los bien fundamentados.

La manera ideal de sintonizar con el propósito de esta insólita iniciativa es seguir simultáneamente el texto impreso en los cuatro espléndidos libros, complementados además por numerosas fotos fijas extraídas de los vídeos, y el contenido fragmentario y poliédrico pero siempre revelador de los discos. Es entonces cuando el resultado global gana en coherencia interna y se puede reconstruir mentalmente el retrato artístico de Godard, eterno enfant terrible desdeñoso con las leyes argumentales clásicas y, por sistema, de cualquier regla conformista.

Esta versión de Historia(s) del cine presenta pues a un nuevo Godard, casi un rapero a la francesa metido a remezclador de sonidos. Las 10.000 copias vendidas de este estuche nada barato, en sólo seis semanas, confirman que siempre hay un público para los proyectos insólitos, a condición de que se sustenten en una creatividad sincera y rigurosa.

Destinados a encontrarse

Manfred Eicher había sido sólo un admirador secreto de Godard hasta que se decidió a enviarle discos de algunos nuevos compositores que estaban grabando para su sello, ECM, en el apartado New Series.

El director intuyó desde el principio que le unía al inquieto productor alemán un similar interés artístico, sensación que pudo confirmar en cuanto recibió una nueva remesa de estimulantes grabaciones. La colaboración se concretó en Nouvelle vague, cuya banda sonora fue publicada en 1997 por Eicher en un doble disco compacto bajo una filosofía similar a la ahora seguida en Historia(s) del cine.

La iniciativa podía parecer descabellada a priori, pero Eicher era ya un hombre acostumbrado a combatir las normas comerciales al uso con soluciones originales y sorprendentes y a sacar best-sellers de debajo de las piedras. A su talento visionario le corresponde, por poner sólo dos ejemplos, el descubrimiento del Keith Jarrett concertista en solitario y la fecunda unión del saxofonista Jan Garbarek con el Hilliard Ensemble en el ya clásico Officium.

Sólo a una mente tan ordenada y brillante como la suya se le podía ocurrir una idea tan natural como la de encargar a una aficionada al cine, ciega desde los 23 años, escribir las notas a la edición sin imágenes de Nouvelle vague. "Godard saca los sonidos del mundo, los aísla de su entorno natural y característico", dice Claire Bartoli en su texto, Un ladrido, las palabras de un escritor, una nota musical. En él, la emoción es engendrada por la sustancia íntima del sonido".

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