Crítica:CENTENARIO DE RODOLFO HALFFTER

Entrañable recuerdo de un artista singular

La carrera de Rodolfo Halffter, el mayor de una familia musical con lejanas raíces en Prusia, podríamos dividirla en tres tramos de diferente longitud y significación: el madrileño, el mexicano y el de España y México. Sin embargo, la personalidad de este maestro -en todos los sentidos del término-, aun dentro de su notoria evolución, mantiene una rara unidad esencial que se refleja en el pensamiento, la técnica y el estilo.Seguidor, en buena parte, de la línea Falla en lo que tiene de actitud española y universalista, pasó por el neoclasicismo scarlattiano para, a partir de las Tres piezas pa...

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La carrera de Rodolfo Halffter, el mayor de una familia musical con lejanas raíces en Prusia, podríamos dividirla en tres tramos de diferente longitud y significación: el madrileño, el mexicano y el de España y México. Sin embargo, la personalidad de este maestro -en todos los sentidos del término-, aun dentro de su notoria evolución, mantiene una rara unidad esencial que se refleja en el pensamiento, la técnica y el estilo.Seguidor, en buena parte, de la línea Falla en lo que tiene de actitud española y universalista, pasó por el neoclasicismo scarlattiano para, a partir de las Tres piezas para cuerda (1954), sumarse, con perfiles personales e intransferibles, al serialismo, mas sin batería alguna. Hoy, cuando escuchamos la música de Rodolfo Halffter, con la perspectiva que proporciona el paso del tiempo, todavía nos parece más singular su legado rico y sugerente. Un legado, por otra parte, vivo que despierta la admiración y provoca el aplauso, como sucedió en el primer acto dedicado por el Ayuntamiento al gran músico madrileño en el Centro Cultural Conde Duque, con asistencia de la viuda de Halffter, Emilia Salas Viu.

[Orquesta Carlos III Director: J

M. Alonso. Obras de R. Halffter. Centro Cultural Conde Duque. Madrid, 17 de enero.

Una orquesta joven, como el maestro que la dirige, Juan Manuel Alonso, que lleva el nombre simbólico de Carlos III, ofreció fieles versiones de las Tres sonatas de Soler, instrumentadas por Halffter; el divertimento sobre el ballet D. Lindo de Almería, de un casticismo refinado y ajeno a todo sentimiento pintoresquista; las Piezas opus 23, en las que el compositor inicia su giro hacia el serialismo, y la Obertura festiva, opus 21. Obras todas conocidas aquí, pero que debieran frecuentarse con mayor asiduidad. La generación del 27, tan comentada, merece todavía el homenaje definitivo para compositores de valía: la asimilación, difusión y familiarización de unas producciones trazadas en medio de mil acontecimientos y, en muchos casos, desde lo que Rodolfo gustaba denominar el Transtierro.

Palabras de la consejera de Cultura, el musicógrafo Jorge de Persia, el director del INAEM y la viuda de Halffter añadieron afecto y emoción a una tarde verdaderamente entrañable. Vaya un elogio especial para el hoy embajador de Filipinas, Delfín Colomé, por sus prietas y perspicaces líneas sobre el artista recordado, para el que propone dos términos fundamentales: sencillez y pasión.

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