Una apuesta "muy fuerte"

Ana Delso, la coordinadora del programa, destaca que los 25 ex drogodependientes promotores de las cooperativas creadas han realizado una apuesta personal "muy fuerte". "Buena parte de ellos han renunciado a las pensiones de invalidez o al salario social que percibían para darse de alta en estas cooperativas. Es verdad que si van mal podrían recuperar esas prestaciones, pero que hayan tomado esa decisión refleja el ahínco con el que emprenden sus proyectos", destaca.La Unión de Cooperativas diseñó esta iniciativa convencida de que, aunque los tratamientos de toxicomanías han experimentado un i...

Ana Delso, la coordinadora del programa, destaca que los 25 ex drogodependientes promotores de las cooperativas creadas han realizado una apuesta personal "muy fuerte". "Buena parte de ellos han renunciado a las pensiones de invalidez o al salario social que percibían para darse de alta en estas cooperativas. Es verdad que si van mal podrían recuperar esas prestaciones, pero que hayan tomado esa decisión refleja el ahínco con el que emprenden sus proyectos", destaca.La Unión de Cooperativas diseñó esta iniciativa convencida de que, aunque los tratamientos de toxicomanías han experimentado un importante avance en los últimos años, no ha ocurrido lo mismo con los planes de reinserción laboral de los drogodependientes. Esta entidad ha aportado 20 millones de los 100 que ha costado el programa Teseo. El resto está cofinanciado por el Fondo Social Europeo (50 millones) y la Agencia Antidroga (30).

En el programa, desarrollado durante 1998 y 1999, han recibido formación 70 personas, la inmensa mayoría ex toxicómanos derivados desde los centros de atención a drogodependientes. De ellos, una veintena se han organizado en cooperativas y otros 15 han encontrado trabajo por cuenta ajena. El resto ha abandonado el programa o lo ha seguido en la parte formativa, pero no se ha decidido a dar el paso.

Los requisitos para acceder al proyecto que impulsa la constitución de cooperativa son dos: llevar al menos dos años sin consumir drogas y tener una mínima estabilidad afectiva o familiar.