Robado en Nochevieja un "cézanne" en Oxford

Mientras Londres celebraba "la fiesta más grande del mundo", por lo menos tres ladrones se infiltraron en el famoso Museo Ashomlean de Oxford, desconectaron las alarmas y se dieron a la fuga con un óleo de Cézanne valorado en tres millones de libras esterlinas (más de 700 millones de pesetas). Fue un golpe perfecto: la policía se había sumado a las brigadas de control de multitudes, todos confiaban en la infabilidad de los sistemas de seguridad, todos miraban al cielo para admirar los fuegos artificiales.Menos, por cierto, los ladrones, que a la una de la mañana del primer día del primer milen...

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Mientras Londres celebraba "la fiesta más grande del mundo", por lo menos tres ladrones se infiltraron en el famoso Museo Ashomlean de Oxford, desconectaron las alarmas y se dieron a la fuga con un óleo de Cézanne valorado en tres millones de libras esterlinas (más de 700 millones de pesetas). Fue un golpe perfecto: la policía se había sumado a las brigadas de control de multitudes, todos confiaban en la infabilidad de los sistemas de seguridad, todos miraban al cielo para admirar los fuegos artificiales.Menos, por cierto, los ladrones, que a la una de la mañana del primer día del primer milenio descolgaban de una de las paredes el telar de Auverse-on-Oise, la obra que Cézanne empezó en 1879 y terminó tres años después para conseguir el lienzo construido con el paisaje rural donde brillan los tejados de 22 cabañas en un plácido valle.

La policía dijo ayer que los ladrones cumplieron con su cometido porque ya tenían un comprador; o sea, una operación coordinada que el inspector de policía del área, John Carr, describió como un robo encargado. Los investigadores creen que la famosa obra, comprada por el museo en 1980, se convirtió en una obsesión para un millonario coleccionista cuya identidad permanece en el misterio.

De los ladrones no había un solo rastro. Un oficial de la policía, experto en el robo de obras de arte, admitió, sin embargo, que su vasta experiencia en el hurto de obras artísticas le inclinaba a pensar en un "robo por encargo". En algún lugar de Inglaterra, se supone, un coleccionista millonario estará elevando su vaso de oporto a su nueva y secreta adquisición mientras sus empleados seguramente estarán derrochando su delictiva fortuna comprando rondas de licor a amigos en un pub ignoto perdido en el festejo milenario de la campiña inglesa.

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