Tribuna:

Fotomatón

MIGUEL ÁNGEL VILLENA

En aquel tiempo de susurros de los años sesenta mi abuela solía hablarme en voz baja de un tal Peset. Presentado en aquellos relatos familiares como un hombre bueno, mi ingenuidad infantil no acertaba a comprender por qué había sido fusilado en Paterna en 1941. Mientras yo crecía, los libros de Historia iban descubriéndome que el doctor Vicente Peset Aleixandre, hijo y nieto de médicos, había sido una eminencia científica, había ocupado el cargo de rector de la Universidad de Valencia y había encabezado la candidatura del Frente Popular en las elecciones de febrero ...

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MIGUEL ÁNGEL VILLENA

En aquel tiempo de susurros de los años sesenta mi abuela solía hablarme en voz baja de un tal Peset. Presentado en aquellos relatos familiares como un hombre bueno, mi ingenuidad infantil no acertaba a comprender por qué había sido fusilado en Paterna en 1941. Mientras yo crecía, los libros de Historia iban descubriéndome que el doctor Vicente Peset Aleixandre, hijo y nieto de médicos, había sido una eminencia científica, había ocupado el cargo de rector de la Universidad de Valencia y había encabezado la candidatura del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. Los vencedores de la guerra siempre pensaron que no hay peor forma de muerte que el olvido. A partir de esta convicción trayectorias como la del doctor Peset fueron silenciadas, sepultadas y borradas durante el franquismo. La figura de este médico sólo fue rehabilitada con la democracia. Un hospital y una avenida llevan hoy su nombre.

Pero nuevos censores intentan ahora eliminar otros fragmentos de la Historia. Las recientes conmemoraciones sobre Felipe II o Federico García Lorca, por citar dos casos bien distintos, han demostrado la falta de escrúpulos de los ideólogos culturales del poder. Así, no dudan en disfrazar al llamado rey prudente con ropajes renacentistas ni pestañean al pasar de puntillas sobre los crímenes de la Inquisición. No tienen el menor pudor en ofrecer una imagen falsa del poeta granadino alejada de rasgos que marcaron su obra como su militancia republicana, su homosexualidad o su fusilamiento. En nuestra casa, cual si se tratara de una aventajada discípula de Stalin, la concejal del PP María Irene Beneyto ha decidido prescindir en el libro Palau de la Música de Valencia. Historia de un éxito de todos aquellos que impulsaron la creación del auditorio. En un increíble fotomatón inquisitorial han sido desaparecidos, entre otros, los ex alcaldes socialistas Ricard Pérez Casado y Clementina Ródenas. Confiemos en que la restitución de sus nombres no tenga que esperar cuarenta años. Como ocurrió con Peset.

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