Cartas al director

Albañal

Parece que la denigrante denominación de albañal que dio Quevedo al Manzanares sigue teniendo vigencia en nuestros días. Después del paréntesis que, con tanto esfuerzo, abrió don Enrique Tierno Galván en la ominosa historia del río de Madrid, el Manzanares, en la actualidad sigue su triste curso de arroyo innoble.En efecto, Tierno cumplió con la arriesgada promesa que hiciera al comienzo de su mandato y llenó el río de peces y patos. Con el mayor cuidado logró que se depuraran las aguas, se limpiaran y revistieran los márgenes e instaló pasarelas y comederos de madera.

Hoy, toda aquella...

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Parece que la denigrante denominación de albañal que dio Quevedo al Manzanares sigue teniendo vigencia en nuestros días. Después del paréntesis que, con tanto esfuerzo, abrió don Enrique Tierno Galván en la ominosa historia del río de Madrid, el Manzanares, en la actualidad sigue su triste curso de arroyo innoble.En efecto, Tierno cumplió con la arriesgada promesa que hiciera al comienzo de su mandato y llenó el río de peces y patos. Con el mayor cuidado logró que se depuraran las aguas, se limpiaran y revistieran los márgenes e instaló pasarelas y comederos de madera.

Hoy, toda aquella labor ha sido pisoteada. Las menguadas y cenagosas aguas bajan cargadas de basura que depositan en islotes. Los viajeros de los trenes que cruzan el puente de los Franceses pueden sobrecogerse ante la imagen de esos siniestros aluviones a los que las últimas lluvias y el constante abono han comenzado a tapizar con vegetación silvestre.

Sobre uno de ellos ha quedado varado un colchón destripado: todo un símbolo del exceso de siestas de los ediles que actualmente deberían velar por su mantenimiento.- . .

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