La Capella muestra el trabajo de los jóvenes artistas vascos

Barcelona Los premios Gure Artea (Arte Nuestro), convocados por el Gobierno vasco cada dos años, están resultando un importante impulso a la creación contemporánea. Prueba de ello, y como ejemplo, es la destacada dimensión que están adquiriendo algunos de los ganadores, como es el caso de Alberto Peral y Ana Laura Aláez, que junto a Francisco Ruiz de Infante fueron premiados en la edición de 1996. Una muestra de la dimensión de esta labor puede contemplarse en La Capella (Hospital, 56. Barcelona), donde se presentan, hasta el 9 de enero, los trabajos de ganadores de la edición de 1998, última...

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Barcelona Los premios Gure Artea (Arte Nuestro), convocados por el Gobierno vasco cada dos años, están resultando un importante impulso a la creación contemporánea. Prueba de ello, y como ejemplo, es la destacada dimensión que están adquiriendo algunos de los ganadores, como es el caso de Alberto Peral y Ana Laura Aláez, que junto a Francisco Ruiz de Infante fueron premiados en la edición de 1996. Una muestra de la dimensión de esta labor puede contemplarse en La Capella (Hospital, 56. Barcelona), donde se presentan, hasta el 9 de enero, los trabajos de ganadores de la edición de 1998, última convocatoria celebrada hasta ahora. Fernando Golvano ha sido el comisario de la exhibición de las obras de Javier Pérez, Eduardo López y Juan Carlos Román.

Una de las claves del éxito de los premios Gure Artea ha sido la dimensión abierta de la convocatoria, que incluye a creadores que hayan nacido o residan en el País Vasco. Junto al catálogo individual y dos millones de pesetas, el premio incluye una exposición itinerante que ahora llega a Barcelona. La exhibición permite con cierta exactitud contemplar una idea sintetizada de la actual joven creación contemporánea. Javier Pérez (Bilbao, 1968), que presenta con diferentes soportes el tema de la máscara. Los trabajos expuestos de este artista consisten en dos vídeos en los que él mismo participa y diversas piezas escultóricas y dibujos. Con un soporte clásico, como es el de la pintura, pero dotándolo de otra dimensión al crear una instalación con diversos cuadros, se presenta la obra de Eduardo López (San Sebastián, 1965). De un matiz más conceptual, pero ironizando sobre este tipo de opción creativa se muestra el trabajo de Juan Carlos Román (Bilbao, 1961).

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