Hallazgos y recuerdos

Prosigue la serie de conciertos dedicados a rememorar el cuarto centenario de la muerte de Francisco Guerrero en el ciclo Los siglos de oro. Del homenaje vocal de Pro Cantione Antiqua pasamos al tributo instrumental de Concerto Palatino, uno de los mejores grupos de su especialidad. Las dos últimas décadas, en su afán de recuperar las prácticas interpretativas y los sonidos originales de antaño, nos han deparado muchas alegrías. Una de las más placenteras es la posibilidad de escuchar el repertorio de los antiguos ministriles no con las trompetas y trombones actuales, sino con cornetas ...

Prosigue la serie de conciertos dedicados a rememorar el cuarto centenario de la muerte de Francisco Guerrero en el ciclo Los siglos de oro. Del homenaje vocal de Pro Cantione Antiqua pasamos al tributo instrumental de Concerto Palatino, uno de los mejores grupos de su especialidad. Las dos últimas décadas, en su afán de recuperar las prácticas interpretativas y los sonidos originales de antaño, nos han deparado muchas alegrías. Una de las más placenteras es la posibilidad de escuchar el repertorio de los antiguos ministriles no con las trompetas y trombones actuales, sino con cornetas y sacabuches, los instrumentos que tocaron en su día Juan de Rojas o Gaspar Camargo, compañeros del propio Guerrero en la capilla musical de la catedral de Sevilla.Concerto Palatino ha venido a El Escorial en lo que podría considerarse su formación básica: dos cornetas y tres sacabuches. Junto a ellos, un viejo conocido de la afición madrileña, el clavecinista y organista holandés Jacques Ogg. El programa se abrió y se cerró con versiones instrumentales de varias canciones de Guerrero en lengua vernácula, cuatro de ellas recientemente atribuidas al compositor sevillano por el musicólogo Juan Ruiz Jiménez a partir de un manuscrito conservado en el Archivo Manuel de Falla. Aun privadas de la poesía que las vio nacer, estas músicas conservan intacto su atractivo: la polifonía que contienen es sencilla, directa, mucho menos elaborada por regla general que la de los motetes sacros y con una aspiración constante a hacerse melodía.

Difícilmente se entiende en un homenaje a Guerrero la presencia de música de Scheidt, Schein o Farina, compositores cuya obra nace ya en pleno siglo XVII. Concerto Palatino alivió esta contradicción con unas interpretaciones impecables. Haciendo gala de un talento especial para hacer fácil lo difícil, sus versiones son un modelo de equilibrio entre las voces, de empaste, de igualdad en los ataques o la articulación, de sentido rítmico, de control del sonido.