La aparición de 'superbacterias' alerta sobre la alimentación del ganado con antibióticos

Estados Unidos está muy por detrás de Europa en las restricciones a esas sustancias

La aparición creciente de superbacterias, microorganismos resistentes a todos los antibióticos conocidos de uso médico, ha alertado a los científicos sobre una práctica casi universal de la industria ganadera: la inclusión sistemática de antibióticos en la dieta de los animales destinados al consumo humano. Esta práctica, que mejora mucho la cría de los animales al librarlos de infecciones que dificultarían su crecimiento, está siendo objeto de intenso debate en la reunión anual de la Asociación Americana de Microbiología que se celebra estos días en San Francisco.

La resistencia a ...

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La aparición creciente de superbacterias, microorganismos resistentes a todos los antibióticos conocidos de uso médico, ha alertado a los científicos sobre una práctica casi universal de la industria ganadera: la inclusión sistemática de antibióticos en la dieta de los animales destinados al consumo humano. Esta práctica, que mejora mucho la cría de los animales al librarlos de infecciones que dificultarían su crecimiento, está siendo objeto de intenso debate en la reunión anual de la Asociación Americana de Microbiología que se celebra estos días en San Francisco.

La resistencia a los antibióticos supone un problema creciente en los países desarrollados, derivado del uso -y del abuso- cada vez más extendido de esos fármacos, desde la práctica hospitalaria hasta la consulta de atención primaria, pasando por la automedicación en situaciones que no lo requieren. La alimentación animal con antibióticos se añade ahora a la lista de preocupaciones de las autoridades sanitarias a los dos lados del Atlántico.Los antibióticos que se incluyen en la alimentación animal no son los mismos que se utilizan en los pacientes humanos, pero existen dudas fundadas sobre la posibilidad de que algunas bacterias resistentes a los primeros lo sean también a los segundos, y de que puedan transferirse de la carne o el pollo a los consumidores a través de la comida.

Michael Osterholm, epidemiólogo de la Universidad de Minnesota y asesor científico de ese estado norteamericano, puntualizó ayer en la reunión de San Francisco: "No se trata del caso aislado de un cerdo o de una vaca, sino de una cuestión que afecta a todo el sistema de alimentación".

Cepas de las que han dado en llamarse superbacterias -resistentes incluso a la vancomicina, el antibiótico que se usa como último recurso cuando todos los demás fallan en un paciente- han sido detectadas en el último año en varias granjas de pollos de Estados Unidos.

Y las inspecciones sistemáticas a los productores de pollo, vacuno y porcino han encontrado muchos casos de bacterias resistentes a ciertos antibióticos de uso humano, aunque no a todos. Los más comunes de estos microorganismos pertenecen a los géneros Salmonella y Campylobácter, frecuentes causantes de enfermedades como gastroenteritis y diarrea.

Evidencia creciente

Un estudio de la Universidad de Antwerp presentado en la conferencia de San Francisco concluye: "Crecen las evidencias científicas de que el uso de antibióticos en los animales para consumo humano conduce al desarrollo de bacterias patógenas resistentes a los antibióticos, que pueden transmitirse a los consumidores a través de la cadena alimentaria". La autoridad sanitaria estadounidense (FDA) está ya intentando determinar los riesgos exactos de cada antibiótico y, según uno de sus directivos, Stephen Sundlof, se está planteando restrigir el uso de algunos de ellos. La Unión Europea ha sido más rápida, y ya en diciembre de 1998 prohibió el uso de cuatro antibióticos en los animales: bacitracina, espiramicina, tilosina y virginiamicina. El periodo de gracia para que los productores se adaptaran expiró el pasado 30 de junio, y el uso de estas sustancias ya está siendo perseguido por las autoridades españolas.

Tras esa prohibición, sólo quedan cuatro antibióticos que los ganaderos y productores pueden usar: flavofosfolipol (o flavomicina), avilamicina, monensina y salinomicina. Los países europeos están divididos sobre la conveniencia de prohibir también estos cuatro, pero los estudios científicos sobre sus posibles riesgos "no son aún concluyentes", según Carlos Luis de Cuenca, representante del Ministerio de Agricultura español en el Comité Permanente de Alimentación Animal de la Comisión Europea.

De Cuenca afirma que la seguridad de los consumidores será siempre el criterio predominante para el comité, pero explica que, mientras los científicos no demuestren que esos cuatro antibióticos pueden provocar resistencias bacterianas en los seres humanos, los países mediterráneos deben permanecer en guardia contra una batalla comercial que bulle bajo la superficie de la cuestión sanitaria.

Son los países nórdicos -Dinamarca, Suecia y Finlandia- los que están presionando para que la UE imponga la prohibición total del uso de antibióticos en el ganado. Y la razón, según De Cuenca, es que estos países ya habían renunciado al uso de esas sustancias incluso antes de su integración en la UE, y sus productos animales se beneficiarían por lo tanto de una prohibición comunitaria.

Los países nórdicos, con sus reducidas poblaciones y sus altas rentas per cápita, pueden permitirse una producción ganadera de bajo rendimiento y alto precio. Mientras los países mediterráneos puedan seguir utilizando antibióticos, el menor coste de sus productos impedirá que los nórdicos logren invadir el mercado europeo con sus ocasionales excedentes.

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