Reportaje:

Joaquín Sabina destila humor y cinismo en su disco más íntimo

'19 días y 500 noches' es un compendio de estilos musicales y una muestra de literatura

Joaquín Sabina dice que, al componer, nunca quiere hablar de sí mismo y siempre termina volcando el corazón, "esa víscera repugnante", apostilla. 19 días y 500 noches parece ser el tiempo que tarda en olvidar a una mujer, y de decepciones, abandonos e historias de amor está lleno este nuevo trabajo del cantante madrileño. "No estoy desengañado del amor, es el amor el que se ha desengañado de mí", afirma.

Joaquín Sabina pensó en titular este trabajo con otra canción, A mis cuarenta y diez, pero le pareció que le daría "demasiada solemnidad" al disco. "Pensé que cumplir 50 era un b...

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Joaquín Sabina dice que, al componer, nunca quiere hablar de sí mismo y siempre termina volcando el corazón, "esa víscera repugnante", apostilla. 19 días y 500 noches parece ser el tiempo que tarda en olvidar a una mujer, y de decepciones, abandonos e historias de amor está lleno este nuevo trabajo del cantante madrileño. "No estoy desengañado del amor, es el amor el que se ha desengañado de mí", afirma.

Joaquín Sabina pensó en titular este trabajo con otra canción, A mis cuarenta y diez, pero le pareció que le daría "demasiada solemnidad" al disco. "Pensé que cumplir 50 era un buen pretexto para escribir una canción algo cínica, pero al final me salieron cosas bastante íntimas", dice ahora, aunque tampoco se encuentra en la crisis de la madurez. "Vivo al día, y en cualquier momento puede venir la crisis, pero no por la edad. Carezco de nostalgia, aunque no de memoria". 19 días y 500 noches es un disco que concentra vida y palabras en primera persona. Las letras pertenecen a lo mejor de este compositor, que está a punto de reunirlas todas en un libro, además de otros dos volúmenes, uno titulado 40 y 10 sonetos y otras hierbas, y un tercer proyecto editorial que reunirá sus cartas en verso a personajes como el subcomandante Marcos, Fito Páez o Silvio Rodríguez.

La música parece brotar de fuentes distintas, y se oyen rumbas, milongas y un largo rap que da voz a una maruja. "Era una burla, una sucesión de tópicos, pero al final habló ella, que tiene opiniones muy distintas a las mías", advierte.

"Si hay algo bueno en este fin de milenio, es poder echar mano de muchos géneros distintos. En éste están presentes México, Argentina, Cuba y España", afirma. Colaboran en el disco Pablo Milanés, con quien compuso "por teléfono" Una canción para la Magdalena, y Chavela Vargas en una excepcional y sabrosa introducción a Noches de boda.

"Durante años reclamé que existiera mayor contacto con la música de América Latina, y ahora, por fin, se está logrando. Claro, que viene lo bueno y lo malo, pero aun así es una gran noticia. El bolero, por ejemplo, tiene una riqueza armónica mucho mayor que el blues y no ha sido tan apreciado. Me parece ridícula la gente de aquí que canta en inglés. Mi patria es mi idioma, y se ha demostrado ya que se pueden escribir grandes canciones en castellano".

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