Al menos el 70% de las inmigrantes en España mantiene a sus familias

Un estudio del Instituto de la Mujer revela que el 64% son asistentas

Jaricha llegó a España en 1994. Dejó su trabajo como secretaria y a sus hijos en Marruecos para limpiar una casa que no era suya cuando ya pasaba de los 40. Su caso es sólo uno de los recogidos en un estudio del Instituto de la Mujer, hecho público ayer, pero se ajusta al nuevo perfil de las inmigrantes: trabajadora del servicio doméstico, sin marido y cabeza de familia. Al menos el 70% de ellas mantiene económicamente a sus familias.

Más del 47% de los inmigrantes regulares que viven en España son mujeres. Y casi la mitad de las que llegan de América Latina, África y Asia lo hacen para...

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Jaricha llegó a España en 1994. Dejó su trabajo como secretaria y a sus hijos en Marruecos para limpiar una casa que no era suya cuando ya pasaba de los 40. Su caso es sólo uno de los recogidos en un estudio del Instituto de la Mujer, hecho público ayer, pero se ajusta al nuevo perfil de las inmigrantes: trabajadora del servicio doméstico, sin marido y cabeza de familia. Al menos el 70% de ellas mantiene económicamente a sus familias.

Más del 47% de los inmigrantes regulares que viven en España son mujeres. Y casi la mitad de las que llegan de América Latina, África y Asia lo hacen para trabajar. El 70% de estas mujeres son solteras, viudas o divorciadas cuya decisión de emigrar no depende de un hombre, ya que ni dejan marido atrás ni viajan con el objetivo de reunirse con su esposo, concluye el estudio La migración hacia España de mujeres jefas de hogar -cabezas de familia-, elaborado por el Instituto de la Mujer.Se convierten así en la principal fuente de ingresos de sus hogares, una situación que comparten con otras muchas inmigrantes que a pesar de estar casadas constituyen el principal soporte económico para su familia, esté o no en España junto a ellas.

La independencia de las mujeres a la hora de emigrar, muy marcada en el caso de las inmigrantes de República Dominicana y Filipinas, es uno de los cambios constatados en esta investigación, que asegura que esta inmigración ha pasado de ser inactiva y mayoritariamente europea a trabajadora y procedente de países en vías de desarrollo.

La tendencia es evidente en el periodo 1990-1995, cuando los permisos de trabajo otorgados a mujeres pasaron de 29.828 a 46.133. Eso sin contar el número indeterminado de inmigrantes que no tiene papel alguno para trabajar.

Una fuerza económica

El 64% de las inmigrantes que tienen en su poder un permiso de trabajo está empleada como asistenta, un tipo de trabajo más estable que los que suelen ocupar sus compatriotas masculinos, en la construcción o en el campo sobre todo. De hecho el informe asegura que se está produciendo un proceso de "extranjerización" del servicio doméstico, debido a que cada día más mujeres españolas se incorporan al mercado laboral y a que más familias de clase media pueden permitirse contratar a una asistenta.Si en 1980 la inmigración femenina empezaba sólo a "salir a la luz", en los 90 se ha convertido en una fuerza activa desde el punto de vista económico, sentencia el estudio. Esta transformación se ha producido en España de la mano del servicio doméstico, que cada año registra una mayor demanda de trabajadoras extranjeras.

El estudio asegura que para trabajar en una casa española las inmigrantes tienen tres vías fundamentales: redes establecidas por el propio colectivo de inmigrantes, agencias de contratación, casi siempre ilegales, o a través de contactos con el empleador a través de conocidos. Muchas veces las propias inmigrantes oyen de España, de sus posibilidades, en sus propios países: "Aravaca [Madrid, donde se concentra un importante colectivo de dominicanos] es el centro. Cuando yo estaba en mi país sabía de Aravaca", aseguró una dominicana en una de las entrevistas que han servido de base al estudio.

Su autora, Laura Oso, no sólo ha manejado las estadísticas sobre inmigración de los ministerios de Interior y Trabajo y Asuntos Sociales para el periodo 1990-1995; también ha entrevistado a 60 inmigrantes y expertos en la materia y ha formado grupos de discusión con empleadas domésticas llegadas de otros países, por un lado, y con empleadoras españolas por otro.

Del estatus económico de las empleadoras y del país de procedencia de sus empleadas, asegura el estudio, depende el tipo de relación que mantienen la señora de la casa con su asistenta. Así, las clases más pudientes son las que más distancia ponen, las que hacen más hincapié en la subordinación de la trabajadora, mientras que las clases medias tratan más "de tú a tú" al servicio doméstico.

América Latina es el continente con una mayor proporción de mujeres que emigran a España. En países como República Dominicana o Colombia las mujeres son más de la mitad de los emigrantes. En África y Asia siguen siendo más hombres los que abandonan su país con el mismo destino. La distribución de esta fuerza de trabajo femenina también es desigual dentro de las fronteras españolas. Madrid, donde se concentra el 32% de esta población, es la única región donde las trabajadoras extranjeras superan en proporción a sus compatriotas (51%).

Todos estos datos llevan a la autora del estudio a afirmar que la inmigración femenina ha dejado de ser económicamente insignificante para convertirse en parte integrante del sistema. Un sistema, dice Oso, cuyas desigualdades ayuda a perpetuar.

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