Una mirada a la Junta
Una mirada a esta feria de Bilbao del 99 expresa el siguiente balance: resulta imperdonable que no estuviera en los carteles José Tomás; nada justificable que a más de un diestro se le contrataran dos tardes, sin merecerlo; un disparate dar entrada a toreros sin crédito alguno; es un hecho preocupante que salgan toros con las astas presuntamente arregladas; deben cuidar que un miembro de la Junta Administrativa se dirija con gestos conminativos hacia el Presidente exigiéndole que dé la oreja a tal o cual torero; a ese mismo Presidente no se le puede presionar cuando, en cumplimiento de su debe...
Una mirada a esta feria de Bilbao del 99 expresa el siguiente balance: resulta imperdonable que no estuviera en los carteles José Tomás; nada justificable que a más de un diestro se le contrataran dos tardes, sin merecerlo; un disparate dar entrada a toreros sin crédito alguno; es un hecho preocupante que salgan toros con las astas presuntamente arregladas; deben cuidar que un miembro de la Junta Administrativa se dirija con gestos conminativos hacia el Presidente exigiéndole que dé la oreja a tal o cual torero; a ese mismo Presidente no se le puede presionar cuando, en cumplimiento de su deber, decide devolver un toro -ningún impedimento es válido para coartar su libertad, porque esa libertad supone defender al público soberano-... Estos flecos de una feria que ha pasado son una parte visible a corregir. Corresponde a la Junta Administrativa tomar nota para mejorar en lo sucesivo. Otra cosa es que la grey taurinista siga regalando los oídos a estos gestores, y proclamen a Bilbao como espejo ideal de ferias de toros. No es verdad. Ha llegado el tiempo del deshielo de los espejos. Cuanta más permisividad y poco rigor, tanto más cae Bilbao en fabricar su propio descrédito.