CAMBIOS EN LAS RELACIONES AMERICANAS

"No somos un problema regional"

La imagen de Colombia como un peligro regional, algo así como un cáncer que es urgente detener, es algo que empieza a molestar a los 38 millones de colombianos. Después de predicar la teoría del "buen vecino", el presidente Andrés Pastrana y su ministro de Exteriores, Guillermo Fernández de Soto, muestran en sus últimas declaraciones que la amabilidad no debe confundirse con la debilidad."Es con la cooperación respetuosa, y no con las intromisiones indebidas, como se preserva la amistad entre las naciones", dijo el primero; y el segundo empezó a mezclar en su fino discurso diplomático alguna q...

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La imagen de Colombia como un peligro regional, algo así como un cáncer que es urgente detener, es algo que empieza a molestar a los 38 millones de colombianos. Después de predicar la teoría del "buen vecino", el presidente Andrés Pastrana y su ministro de Exteriores, Guillermo Fernández de Soto, muestran en sus últimas declaraciones que la amabilidad no debe confundirse con la debilidad."Es con la cooperación respetuosa, y no con las intromisiones indebidas, como se preserva la amistad entre las naciones", dijo el primero; y el segundo empezó a mezclar en su fino discurso diplomático alguna que otra puya: "Los problemas son de doble vía, no sólo del lado colombiano; nosotros también tenemos dificultades". "No hay iniciativa de EEUU de hacer ninguna acción regional frente a Colombia", ha insistido el ministro, que, al igual que Pastrana, contesta con un "jamás" cuando se habla de intervención militar. Para los dos es injusta la apreciación de la amenaza colombiana.

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Muchos siguen con preocupación el movimiento de fichas en todas las fronteras y las últimas jugadas del zar antidrogas estadounidense, Barry McCaffrey, al que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ya bautizaron como el "director de operaciones antiguerrilla en Colombia". La presencia de guerrilla y paramilitares, el comercio de armas y pasta de coca, que se da en mayor o menor grado en todas estas fronteras, en su mayoría selváticas y de difícil control, refuerzan la teoría de las "fronteras calientes".

"Estamos lejos de ser un peligro regional", dijo a este periódico el analista Alfredo Rangel. "A la guerrilla le convienen fronteras tranquilas, permeables, que permitan el libre tránsito de pertrechos y armas". Para Rangel, el interés de mostrar a Colombia como "mal regional" esconde otros intereses: electoral, en el caso peruano; presupuestario, en el caso de McCaffrey, o la presencia militar estadounidense, en el panameño. Pero el más grave, opina, es el caso venezolano.

Igual peligro ve Rafael Orduz, miembro de la comisión de asuntos internacionales del Senado, quien cree que Chávez juega a dos cartas: "Colombia le sirve para ocultar el grave problema social y económico de su país". Para este senador, el problema con Venezuela tiene hoy tres caras: la geopolítica, desconociendo tratados internacionales; la económica, bloqueando el comercio binacional; y la política, interferiendo en asuntos de paz. "No veo una OTAN en América Latina", dice Orduz, en desacuerdo con los que predican que se está tejiendo un cerco alrededor de Colombia.

Ricardo Vargas, investigador especializado en los cultivos ilegales, tiene una idea diferente: piensa que el escenario más firme para una acción militar sería el Putumayo, provincia con inmensos cultivos de coca y alta presencia guerrillera, en el sur del país, en la frontera con Ecuador y Perú. "Existen preparativos militares conjuntos entre EEUU y Ecuador en la frontera".

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La situación ha creado algo hasta hace poco inimaginable: el 60% de los colombianos, según las encuestas, aceptaría una intervención militar de EEUU para acabar con la violencia. En medio de tan triste panorama hace carrera un chiste: "Lo único que podría unir al pueblo colombiano contra una intervención extranjera sería que la realizaran tropas argentinas", reflejando así una rivalidad, esa sí real, que creció gracias al fútbol.

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