El Festival de Aviñón tiende puentes hacia el Este para su renovación

La próxima edición aumentará la colaboración con otros proyectos

El Festival de Aviñón busca renovar su inspiración en el Este. El director del certamen, Bernard Faivre d'Arcier, ha desvelado las líneas maestras de la próxima edición, la del 2000, que coincidirá con la capitalidad cultural de la ciudad de los papas. Su proyecto se basa en Theorem, un colectivo o red de colaboración que incluye teatros en París, Nancy, Roma o Londres, festivales como el de Hamburgo, instituciones como el British Council, Goethe Institut o Institut Français, o entidades privadas como la Fundación Soros.

Este año, el festival, que termina hoy, ha tenido unos resultados ...

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El Festival de Aviñón busca renovar su inspiración en el Este. El director del certamen, Bernard Faivre d'Arcier, ha desvelado las líneas maestras de la próxima edición, la del 2000, que coincidirá con la capitalidad cultural de la ciudad de los papas. Su proyecto se basa en Theorem, un colectivo o red de colaboración que incluye teatros en París, Nancy, Roma o Londres, festivales como el de Hamburgo, instituciones como el British Council, Goethe Institut o Institut Français, o entidades privadas como la Fundación Soros.

Este año, el festival, que termina hoy, ha tenido unos resultados positivos, con la asistencia al medio centenar de representaciones de teatro, danza y música de 115.000 espectadores, un 15% más que en 1998, con un 80% de las localidades ocupadas.Para Aviñón no se trata de fomentar producciones, sino de participar en los proyectos ya existentes. Experiencias recientes con el rumano Purcarete o el ruso Fokine se revelaron muy decepcionantes al querer estar en la producción del montaje y lo que Faivre d"Arcier quiere es "contribuir a la creación en países que permanecen aislados de la mayor parte de circuitos mundiales de difusión". Es una de las vías posibles para reforzar el carácter internacional de Aviñón al tiempo que su condición de plataforma para espectáculos desconocidos, algo básico para un festival que precisa escapar de la lógica de hipermercado que impone un presupuesto reducido sumado a un festival alternativo cuantitativamente pletórico.

El gran montaje oficial del 2000 será una Medea interpretada por la formidable Isabelle Huppert a las órdenes de Jacques Lassalle. En 1999, los honores de público y crítica se los han repartido entre varios espectáculos. Por un lado, Maïstora i Margarita, una adaptación teatral de varios fragmentos de la novela de Mijaíl Bulgakov firmada por Stefan Moskov. Se trata de un montaje deslumbrante que mezcla diversas técnicas y recursos -vídeo, cine, ordenadores- para reírse del pasado comunista y de la capacidad del sistema para no ver la realidad.

Teatro documento

El humor no siempre es muy exigente, pero la puesta en escena y los actores son de un gran nivel; la una y los otros se dirían recién salidos de la FEKS, la mítica Fábrica del Actor Excéntrico que tanto peso tuviera entre las decapitadas vanguardias soviéticas.

Otro espectáculo que ha agradado y que también viene en parte del Este es el muy académico y competente montaje que Didier Bezace ha hecho del Coronel-pájaro, un texto de Hristo Boytchev en el que los enfermos de un olvidado hospital psiquiátrico búlgaro se proclaman "europeos separatistas de los Balcanes a las órdenes de la OTAN". Un grupo de actores excelente -magníficos Jacques Bonnaffé y André Marcon- permite imaginar una buena carrera comercial a esta coproducción de varios teatros galos.

La política o, mejor dicho, las catástrofes que acompañan los errores o carencia de la política, son el material de base para dos propuestas de teatro-documento, la de Jacques Delcuvellerie (Ruanda 1994) y la de Olivier Py (Réquiem pour Srebrenica). El primero es un trabajo inacabado, seis horas de borrador, de bosquejos, mientras que el segundo lleva ya un cierto tiempo de rodaje. Delcuvellerie, con la ayuda de una superviviente y de un grupo de artistas de Kigali, quiere poner al espectador ante su responsabilidad, ante lo que sabe pero olvida, ante el genocidio de varios cientos de miles de personas en Ruanda. Canciones, imágenes televisivas, testimonios orales, recortes de periódico, ficción, todo se entremezcla para reconstruir una pesadilla que, sobre el escenario, aún parece informe; Olivier Py, sumando también materiales de distintas procedencias, es coherente y exacto. El general Morillon, el fallecido presidente Mitterrand o ciertos poetas debieran hoy avergonzarse de lo dicho, de su palabrería. El teatro de urgencia política ha adoptado en Aviñón muchas formas, pero es probable que la más sorprendente sea la escogida por Katy Grandi para la pieza Alger, ma blanche.

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