Con fecha de caducidad

Si un grupo terrorista o algún Gobierno extremista amenazara hoy con volver a desparramar el virus de la viruela por el mundo, probablemente las grandes potencias se pondrían a sus pies. Ninguna persona, en ningún país, ha sido vacunada contra el virus desde 1983. Y los que recibieron sus dosis antes de esa fecha tampoco se encuentran inmunizados: es una vacuna con fecha de caducidad. Todo el planeta es vulnerable hoy a la viruela, una de las enfermedades más devastadoras de la historia y que hasta hace muy poco tiempo -en 1967 mató a dos millones de personas- seguía fuera de control. Un dueñ...

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Si un grupo terrorista o algún Gobierno extremista amenazara hoy con volver a desparramar el virus de la viruela por el mundo, probablemente las grandes potencias se pondrían a sus pies. Ninguna persona, en ningún país, ha sido vacunada contra el virus desde 1983. Y los que recibieron sus dosis antes de esa fecha tampoco se encuentran inmunizados: es una vacuna con fecha de caducidad. Todo el planeta es vulnerable hoy a la viruela, una de las enfermedades más devastadoras de la historia y que hasta hace muy poco tiempo -en 1967 mató a dos millones de personas- seguía fuera de control. Un dueño clandestino del virus podría hacer mucho daño, dicen los científicos estadounidenses que se oponen a la destrucción de las muestras: la viruela mata en pocos días al 20% de los contagiados."Habría que ser ridículamente optimista para llegar a la conclusión de que el virus de la viruela sólo está almacenado en dos lugares del mundo", aseguró a principios de año Amy Smithson, especialista en armas bacteriológicas del Centro Henry Stimson de Washington. Mientras tanto, Donald Henderson, el médico estadounidense que dirigió la erradicación de la epidemia desde 1966 hasta 1977, afirmaba: "Creo que en Rusia hay otras muestras clandestinas del virus".

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La credibilidad rusa sobre el tema se ha visto muy dañada por recientes revelaciones, según las cuales la URSS fabricó cantidades industriales de viruela durante años, después de haber firmado en 1972 un tratado que lo prohibía. Rusia ha tenido que negar en la última década los constantes rumores que la acusaban de mantener cepas clandestinas del virus. Y de comerciarlo: el director del laboratorio Vector, donde se conservan las muestras rusas oficiales, debió negar el año pasado frente a la prensa estadounidense que su país hubiera vendido muestras del virus a Corea del Norte.

El científico Ken Alibek, un ex alto cargo de Vector que se pasó a EE UU en 1992, puso, sin embargo, la última piedra: "La URSS ha fabricado cientos de toneladas de ántrax y docenas de toneladas de viruela y peste".

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