FERIA DE SAN ISIDRO

Amador: "La tarde ha sido para olvidar, como si no hubiera pasado"

Antes de estar dispuesto, se está predispuesto. Juan Mora, Finito de Córdoba y Manolo Amador abordaron la tarde con toda la predisposición del mundo. Se dispusieron a triunfar -objetivo más que honorable- y, al final, mucho más el tercero que el resto de la terna: descompuestos todos. "La verdad es que no encuentro palabras para definir la tarde. Pienso en ella y soy incapaz de rescatar un solo momento. Todo ha sido para olvidar. Como si no hubiese ocurrido", dice Manolo Amador, que confirmaba la alternativa con el empuje y los motores en posición de todo o nada.Juan Mora, más calmado, con su ...

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Antes de estar dispuesto, se está predispuesto. Juan Mora, Finito de Córdoba y Manolo Amador abordaron la tarde con toda la predisposición del mundo. Se dispusieron a triunfar -objetivo más que honorable- y, al final, mucho más el tercero que el resto de la terna: descompuestos todos. "La verdad es que no encuentro palabras para definir la tarde. Pienso en ella y soy incapaz de rescatar un solo momento. Todo ha sido para olvidar. Como si no hubiese ocurrido", dice Manolo Amador, que confirmaba la alternativa con el empuje y los motores en posición de todo o nada.Juan Mora, más calmado, con su brillante actuación de la pasada Feria de Otoño en la memoria, se lamenta del poco fuelle de su primero, el que le hizo saludar desde el tercio: "No ha terminado de romper. Al toro le faltaba un poco y ahí se fue el posible triunfo". Finito de Córdoba se exhibe con el gesto del púgil salvado por la campana: "Era mi último toro en San Isidro. Pero, al fin, he conseguido que se me vea de otra manera". De los otros tres, los de Sepúlveda que le correspondieron el pasado 17 de mayo y su primero, ni palabra. Ni palabra buena. "Soy un torero al que se me nota mucho. O estoy bien o mal. No hay término medio. Veía que tras un buen inicio de temporada todo se iba al traste. Al final, la gente me ha respetado y ni los del 7 han dicho nada. Con mucho cuidado, pulseando mucho, he conseguido que no se cayera. Me he puesto en el sitio y he sacado alguna buena tanda con la derecha", dice de carrerilla, para y suelta en casi un suspiro: "Se me ha visto de otra manera". Otro respiro y... "lo piensas y, en total, he mandado 2.500 kilos de carne al matadero. Con toros así no hay forma de hacer nada".

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Cuenta saldada

Y a ese "nada" se apunta Mora. Habla del segundo, el que le dio un arreón. "Me siento aún un poco mareado. Pero se ha visto que era muy complicado y que poco se podía hacer", dice, y rectifica: "Poco bueno". "Por lo demás", sigue, "estoy contento. La gente así lo ha entendido y eso ya es mucho". Por fin, olvidada su última comparecencia en San Isidro allá por el año 1996. "No fueron bien las cosas y ahora han vuelto a su sitio. Cuenta saldada", concluye Mora.

El que cerraba plaza se queda con su descomposición de ánimo virgen. En sus palabras no queda un atisbo de esperanza. "Lo que me duele es que no he podido mostrar nada. Ni una cosa ni otra. El primero no se paraba, andarín, sin fuerza... y, además, el viento", recita como si de un parte de bajas se tratara. Su segundo: "Un listo. Muy manso. Se le iban los ojos de la cabeza. Se hacía de nuevas y luego apretaba para dentro. Si lo miras bien, ninguno ha valido, y con unos toros así, en Madrid, imposible". Luego, concluye: "Para olvidar, un desastre... y, además, vaya vendaval. Vamos, que no hubo tarde".

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