Crítica:ÓPERA

Languidez

Una idea magnífica: incluir cada temporada en la programación del Teatro Real una ópera española al margen de los posibles estrenos. Se justifica por la utilización de fondos públicos, por la revisión -y recupera-ción- de la historia propia, por la lucha frente al olvido. En esa perspectiva se encuadra Las golondrinas, zarzuela de José María Usandizaga convertida en ópera por su hermano Ramón, después de que la muerte arrebatase joven, 28 años, al primero. En el Real se utiliza la edición crítica (no íntegra) de Ramón Lazkano para el Instituto Complutense de Ciencias Musicales.Las ideas ambici...

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Una idea magnífica: incluir cada temporada en la programación del Teatro Real una ópera española al margen de los posibles estrenos. Se justifica por la utilización de fondos públicos, por la revisión -y recupera-ción- de la historia propia, por la lucha frente al olvido. En esa perspectiva se encuadra Las golondrinas, zarzuela de José María Usandizaga convertida en ópera por su hermano Ramón, después de que la muerte arrebatase joven, 28 años, al primero. En el Real se utiliza la edición crítica (no íntegra) de Ramón Lazkano para el Instituto Complutense de Ciencias Musicales.Las ideas ambiciosas requieren grandes soluciones en su puesta en práctica interpretativa. No las hubo en La vida breve la temporada anterior y tampoco están ahora a la altura de las circunstancias en Las golondrinas. Pienso que no es excesivo esperar del Real que mime con especial cuidado sus apuestas españolas. Es cuestión de que la justificada expectación que se levanta ante el repertorio lírico propio no desemboque en la desilusión o el desapego.

"Las golondrinas", de José María y Ramón Usandizaga

Edición critica de Ramón Lazkano, Instituto Complutense de Ciencias Musicales. Con María José Montiel, Raquel Pierotti y Vicente Sardinero. Dirección musical: Manuel Galduf. Dirección de escena: José Carlos Plaza. Orquesta Sinfónica de Madrid, Coro del Teatro de la Zarzuela, Escolanía Nuestra Señora del Recuerdo. Teatro Real, 15 de mayo.

María José Montiel es una soprano de carácter, voluntariosa, vital. Vicente Sardinero y Raquel Pierotti tienen acumulada a sus espaldas una gran experiencia. En esta ocasión no consiguieron eso que los taurinos llaman transmisión, lo que llevado al terreno lírico es una forma de canto comunicativo y claro, desprendido con naturalidad de lo que se está diciendo, y matizado y elevado por la expresividad de unos acentos dramáticos.

Tampoco Manuel Galduf -que sustituía por razones de salud al originalmente anunciado Odón Alonso- sacó de la Orquesta Sinfónica de Madrid el clima de singular melancolía y de conflicto existencial verista que la obra posee. Faltó tensión. Fue la suya una lectura correcta, lánguida, algo descafeinada. Estuvo más inspirada la Escolanía de Nuestra Señora del Recuerdo que el Coro del Teatro de la Zarzuela, un tanto deslucido respecto a sus ultimas actuaciones.

El planteamiento de José Carlos Plaza y sus colaboradores pecó, a mi modo de ver, de un exceso de sofisticación. El mundo de Usandizaga no es el de Alban Berg, en los claroscuros luminotécnicos ni en la ambientación del color. Los movimientos, los diferentes puntos de mira plásticos, hacían que el desarrollo narrativo de la historia fluyese con holgura, pero en escasas ocasiones explicaban sus entresijos profundos. Plaza desplegó con entusiasmo su abundante carpintería de recursos teatrales pero no logró evitar la sensación de distancia.

No se acogió mal la representación en la sala aunque tampoco hubo un entusiasmo desmedido. Un par de gritos de "fuera" pusieron la nota pintoresca, aislada y discordante de una noche en que las emociones brillaron por su ausencia.

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