Jan Garbarek improvisa con su saxo a través de 20 siglos de música

El noruego y la Hilliard Ensemble presentan su nuevo álbum

En la música contemporánea es habitual ver la combinación o fusión de ritmos de distintas culturas. Lo que hace el saxofonista noruego Jan Garbarek apunta a otra dimensión. No le interesa estrechar el espacio, sino bucear en el tiempo. En su nuevo álbum, Mnemosyne, utiliza fragmentos de piezas griegas, canciones quechuas, vascas y rusas o composiciones escocesas y francesas del siglo XIII al XVI.

Hay también nanas estonias y apuntes de Hildegard von Bingen, Brumel o Duffay, y todo ello se transforma en arena musical dispersa al viento con la sutil improvisación al saxo de Garbarek y las...

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En la música contemporánea es habitual ver la combinación o fusión de ritmos de distintas culturas. Lo que hace el saxofonista noruego Jan Garbarek apunta a otra dimensión. No le interesa estrechar el espacio, sino bucear en el tiempo. En su nuevo álbum, Mnemosyne, utiliza fragmentos de piezas griegas, canciones quechuas, vascas y rusas o composiciones escocesas y francesas del siglo XIII al XVI.

Hay también nanas estonias y apuntes de Hildegard von Bingen, Brumel o Duffay, y todo ello se transforma en arena musical dispersa al viento con la sutil improvisación al saxo de Garbarek y las voces atemporales de la Hilliard Ensemble. Ellos presentan esta semana en España su nuevo trabajo, con una gira que los llevará mañana a Madrid; el 21, a Barcelona; el 24, a Zaragoza, y el 25, a Murcia. Con Officium, su anterior trabajo, se inició un experimento que hechizó al mundo. Sólo en el Reino Unido se vendieron 100.000 discos de un álbum pensado para unos pocos gourmets de la música. La idea inicial era la de un coro de música antigua rodeado de la improvisación de un saxo contemporáneo. Cinco años después, y tras cientos de conciertos, Garbarek y el cuarteto formado por el contratenor David James, los tenores Roger Covey-Crump y John Potter, y el barítono Gordon Jones, intentan el más difícil todavía en Mnemosyne. No sólo improvisa el saxo, sino el coro, y utilizan piezas inconclusas halladas en raros archivos y de las más diversas procedencias.

Lo que Jan Garbarek hace con la Hilliard Ensemble es profundizar en el tiempo y la historia aproximando músicas de distintas épocas, a través de un contacto entre la voz humana como instrumento y el canto emocional de su saxófono. "Yo no diría que nuestra música pertenece a distintos tiempos y lugares, sólo pertenece al instante en el que ocurre", afirma Garbarek. "Lo importante es que soy un improvisador. Es presente en tiempo y lugar, pero lo que se crea en determinado momento no surge de la nada, como una isla. Viene del pasado, transformado por la experiencia de cada uno. Es la suma de sus vivencias y las de toda la humanidad. Todos cargamos con la herencia del pasado, por lo menos en nuestros sueños".

Garbarek distingue lo que procede de una reflexión intelectual acerca de la herencia musical y lo que sucede en el momento de hacer música. "Mientras se prepara todo hay un proceso intelectual, llegado el momento de ejecutarlo se convierte en algo emocional. Hay una investigación previa muy importante en la selección de las piezas. Las voces e instrumentistas también tienen que haber pasado por un largo y complicado aprendizaje para ser capaces de atrapar el instante. Una mezcla de pasado y presente". Lo difícil es pensar que un coro pueda improvisar al unísono. "Eso es lo extraño, pero lo hacen. Se trata de dejarse llevar por los instintos y sensaciones, así como la técnica, y bucear en ellas. Supongo que antes de conocernos no se hubieran sentido capaces. Pero estos años juntos les han dado la confianza suficiente para intentarlo y para experimentar".

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