Los dirigentes políticos franceses apoyan los bombardeos
Las cosas han ido ya demasiado lejos y no cabe plantearse una marcha atrás que consagraría en el seno de Europa el triunfo de un régimen criminal promotor de la "limpieza étnica". Como si la evolución de los acontecimientos bélicos y el éxodo kosovar hubieran clausurado la fase de las vacilaciones y dudas legítimas, la gran mayoría de los dirigentes políticos franceses se mostraron el jueves decididos a respaldar la posición del presidente Chirac y del primer ministro Lionel Jospin, y a apoyar la intervención militar en Yugoslavia. Políticos, como el presidente de la Asamblea, Laurent Fabius, ...
Las cosas han ido ya demasiado lejos y no cabe plantearse una marcha atrás que consagraría en el seno de Europa el triunfo de un régimen criminal promotor de la "limpieza étnica". Como si la evolución de los acontecimientos bélicos y el éxodo kosovar hubieran clausurado la fase de las vacilaciones y dudas legítimas, la gran mayoría de los dirigentes políticos franceses se mostraron el jueves decididos a respaldar la posición del presidente Chirac y del primer ministro Lionel Jospin, y a apoyar la intervención militar en Yugoslavia. Políticos, como el presidente de la Asamblea, Laurent Fabius, que días atrás expresaron públicamente su "inquietud" ante la ofensiva de la OTAN, se guardaron el jueves sus reservas y reclamaron un apoyo masivo a la posición del Gobierno."Ante una situación tan dura, con conciudadanos comprometidos, hay que hacer bloque", indicó Fabius. "El 90% de los parlamentarios estamos con el Ejecutivo y preferiría que los ministros se expresaran con una sola voz", manifestó el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea, Jack Lang, poco después de que se conociera que Jospin impuso el jueves silencio a los miembros de su gabinete críticos con los bombardeos.
A excepción de los comunistas y del Movimiento de los Ciudadanos (MDC) que encabeza el ministro de Interior Jean-Pierre Chevénement, el resto de las formaciones parlamentarias comparte por voluntad propia el nuevo impulso de "determinación" reclamado por Chirac y Jospin.