Tribuna:

Residuos: ¿un callejón sin salida?

Hace unos días, este mismo periódico recordaba la preocupante situación en la que estamos sumergidos. En 15 años las siete grandes ciudades españolas han aumentado sus basuras en un 60%, mientras que una directiva europea aprobada apenas unas semanas atrás dejaba en la práctica ilegalidad a la mitad de los vertederos del país. Los datos referidos a Barcelona demuestran que desde 1985 la capacidad generadora de residuos de esta ciudad ha aumentado en más del 55%, aunque a algunos les puede servir de consuelo que aún esté lejos de los casi 700 kilos por habitante y año de París. Mientras, los ...

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Hace unos días, este mismo periódico recordaba la preocupante situación en la que estamos sumergidos. En 15 años las siete grandes ciudades españolas han aumentado sus basuras en un 60%, mientras que una directiva europea aprobada apenas unas semanas atrás dejaba en la práctica ilegalidad a la mitad de los vertederos del país. Los datos referidos a Barcelona demuestran que desde 1985 la capacidad generadora de residuos de esta ciudad ha aumentado en más del 55%, aunque a algunos les puede servir de consuelo que aún esté lejos de los casi 700 kilos por habitante y año de París. Mientras, los responsables políticos del vertedero del Garraf han puesto en marcha la cuenta atrás. En el año 2000, se afirma, no entrará un camión más de residuos orgánicos en lo que ha sido el gran aliviadero barcelonés en estos años. Por otra parte, la puerta de la incineración se cerró tras la fuerte y victoriosa campaña con la que se consiguió evitar la construcción de la planta de Zona Franca. Aún quedan Sant Adrià y Montcada, cuyas plantas siguen quemando los residuos de la metrópoli a la espera de que la iniciativa legislativa popular, que recogió más de 65.000 firmas en contra de la incineración en Cataluña, se convierta en ley, pero ello sólo representa un pequeño respiro en los quebraderos de cabeza de los ciudadanos. En julio de 1997, el pleno de la Entidad Metropolitana del Medio Ambiente (EMMA) aprobó el programa por el que se pretendía gestionar el más de un millón de toneladas anuales de residuos domésticos que se generan en Barcelona y los 32 municipios de su entorno que conforman la EMMA. Las optimistas previsiones de entonces hablaban de que en el 2006 se reciclaría el 60% de los residuos, cuando el punto de partida era de sólo el 4,5%. Los datos del último informe de situación que he podido consultar indican que si bien se ha mejorado con relación al punto de partida, la llegada continúa estando excesivamente lejana. Tan lejos está situada, que de no cambiar la situación un poco entre todos, el desenlace sólo podrá ser dramático. La situación es tan grave, desde mi punto de vista, que es imprescindible que políticos, ecologistas y entidades ciudadanas de todo pelaje y condición se pongan manos a la obra para no continuar esta especie de guerra de guerrillas en la que estamos instalados, y encontrar alguna salida a este atolladero. Los políticos siguen intentando encontrar resquicios en cualquier parte, dejándose llevar a veces por ciertas empresas y por ciertos proyectos técnicos de muy dudosa fiabilidad y garantías, que les llegan con el señuelo de "problema solucionado llaves en mano". Y es evidente que el tipo de problema con el que nos enfrentamos no tiene llave maestra alguna, excepto el consenso y el arrimar el hombro por parte de todos. Los ecologistas van desgranando victoria pírrica tras victoria pírrica, evitando aquí y allá la apertura de plantas poco fiables o de vertederos irregulares. Algunas alternativas que proponen, o bien son espectacularmente costosas en recursos, o exigen cambios de hábitos en la ciudadanía y en el sistema productivo que parecen hoy casi inalcanzables. Es relativamente fácil movilizar a la gente contra tal o cual instalación, pero resulta más complicado implicarla en cambios esenciales en sus formas de vida. Y entretanto, el problema subsiste. La "solución local" no alivia el problema "global". Mientras, la gente continúa cerrando su bolsa, dejándola en el contenedor más cercano, y contempla con satisfacción el último documental de National Geographic sobre los paraísos naturales. No se tiene conciencia alguna de coste, ni de la situación límite en la que estamos.

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