Entrevista:

Las horneras del siglo XXI

Un asmático doctor argentino, poco antes de adentrarse, fusil en mano, en la selva boliviana, dijo que había llegado la "hora de encender los hornos; y no se ha de ver más que la luz". Cotelo cree realmente que el siglo XXI pertenece, de hecho y por derecho, a las mujeres, las horneras del siglo XXI. A pesar de tanto pronunciamiento revolucionario de ahora, el susto debió ser de espanto para aquel taxista atormentado de Valladolid que no paraba de recoger decenas de mujeres para llevarlas a un hotel. Entre ellas, una nerviosísima joven licenciada en Derecho. Cotelo comprobó la cara de susto q...

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Un asmático doctor argentino, poco antes de adentrarse, fusil en mano, en la selva boliviana, dijo que había llegado la "hora de encender los hornos; y no se ha de ver más que la luz". Cotelo cree realmente que el siglo XXI pertenece, de hecho y por derecho, a las mujeres, las horneras del siglo XXI. A pesar de tanto pronunciamiento revolucionario de ahora, el susto debió ser de espanto para aquel taxista atormentado de Valladolid que no paraba de recoger decenas de mujeres para llevarlas a un hotel. Entre ellas, una nerviosísima joven licenciada en Derecho. Cotelo comprobó la cara de susto que tenía el taxista y le animó a confesarse: "No sé qué habrán venido a hacer aquí, pero con todas las que he llevado ya y con lo mal que hemos tratado a las mujeres ¿no iran a meternos a todos los hombres en un horno, no?". "Sólo somos opositoras", respondió ella. Bastante horno tenía por delante Cotelo con las oposiciones. Pero iba bien preparada. No en vano tuvo a destacados especialistas como profesores, en la Universidad de Deusto, entre ellos Adela Asúa y Ricardo Palacios. Luego, el maestro Jesús Cardenal le dió el penúltimo empujón. "Preparé con él y con el magistrado Ramón Ruiz Giménez los más de 300 temas", recuerda. A los dos años de finalizar la carrera, aprobó las oposiciones. Tenía 25 años cuando viajó al Centro de Estudios Judiciales, en Madrid. Tres meses de prácticas en Vitoria y logró su primer destino en Bilbao. A ciencia cierta, no sabe si su apellido es gallego o italiano. Daba igual, porque sus compañeras de Bilbao le recordaban su origen patatero (alavés) al ritmo de la quinta sinfonía de Beethoven: Pa-ta-ta-tán. Siguiendo los pasos de los catalanes, el entonces fiscal jefe de Bilbao, Jesús Cardenal, impulsó en 1994 la creación de la Fiscalía ecológica y pensó de nuevo en Cotelo.

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