Crítica:CLÁSICA

Pura música

Ya quedó atrás Felipe II y al calor de otro aniversario, el del nacimiento de Velázquez, la cuarta edición del ciclo Los Siglos de Oro nos propone un recorrido por la mejor música española del XVII. En su tercer concierto han coincidido un intérprete excepcional, el joven organista Andrés Cea, y uno de los mejores espacios concertísticos de Madrid, la basílica de San Miguel. El resultado ha sido un recital sobresaliente, esencial y despojado de todo protagonismo que no sea el de la propia música.Hacía muchos años que no se escuchaban en Madrid unas versiones de tal altura de la muy compleja mú...

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Ya quedó atrás Felipe II y al calor de otro aniversario, el del nacimiento de Velázquez, la cuarta edición del ciclo Los Siglos de Oro nos propone un recorrido por la mejor música española del XVII. En su tercer concierto han coincidido un intérprete excepcional, el joven organista Andrés Cea, y uno de los mejores espacios concertísticos de Madrid, la basílica de San Miguel. El resultado ha sido un recital sobresaliente, esencial y despojado de todo protagonismo que no sea el de la propia música.Hacía muchos años que no se escuchaban en Madrid unas versiones de tal altura de la muy compleja música de Correa, un dechado de pureza tan exigente para el intérprete como para el oyente. Sin concesiones en la registración o en el fraseo, con una perfecta asimilación del intrincado mundo retórico de estas piezas, con un discurso (un término clave en el mundo estético del músico sevillano) bien armado y plenamente coherente, sin veleidades en la ornamentación, Cea dictó una lección interpretativa de primer orden. La Facultad Orgánica de Correa (a manera quizá de símbolo, aquél tocó las piezas que abren y cierran la colección) es, en sus manos, una de las cimas de nuestra historia musical.

Andrés Cea Andrés Cea (órgano)

Obras de Correa de Arauxo, Bruna, Ximénez y anónima. Basílica de San Miguel. Madrid, 4 de marzo.

El segundo bloque de obras ratificó que Cea domina como pocos las claves (articulación, fraseo, concepto) para recrear esta música, y supo realzar también las muchas virtudes del órgano de la basílica, uno de los mejores trabajos de Gerhard Grenzing. Tanto el instrumento como la iglesia que lo acoge deberían incorporarse sin tardanza al calendario concertístico madrileño.

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