El ex presidente califica de "política de plastilina" la actuación de Aznar en el conflicto vasco

Felipe González vertió ayer en unas jornadas de reflexión organizadas por los socialistas castellano-manchegos en Magaz del Pisuerga, una buena parte de sus reflexiones sobre los cambios sociales y la globalización de la economía. No lo hizo sin trufar el discurso de puyas a sus adversarios. Calificó como "política de plastilina" la actuación del Gobierno de Aznar ante el "fundamentalismo de hierro" en el conflicto vasco. Afirmó que lo peor de los "nacionalismos emergentes", en referencia a los que han experimentado su auge en las últimas décadas, es que "imitan lo peor" de los del siglo XIX q...

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Felipe González vertió ayer en unas jornadas de reflexión organizadas por los socialistas castellano-manchegos en Magaz del Pisuerga, una buena parte de sus reflexiones sobre los cambios sociales y la globalización de la economía. No lo hizo sin trufar el discurso de puyas a sus adversarios. Calificó como "política de plastilina" la actuación del Gobierno de Aznar ante el "fundamentalismo de hierro" en el conflicto vasco. Afirmó que lo peor de los "nacionalismos emergentes", en referencia a los que han experimentado su auge en las últimas décadas, es que "imitan lo peor" de los del siglo XIX que están instalados en realidades estatales. Las reflexiones de González son producto del encargo que le hizo la Internacional Socialista, para adaptar su declaración de principios al mundo actual. Pero "ya me arreglo", dijo, con los principios de la Revolución Francesa. No es en los fundamentos donde están los problemas, sino en las respuestas y en la ausencia de ellas, que en otro momento de su intervención definió como relativismo descomprometido. "No comprometerse con las respuestas, modelo Anguita, es en realidad un modelo de fuga". En eso consiste, añadió, el inventarse un futuro magnífico para que la derecha gobierne el presente.

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Regulación de mercados

González apuntó respuestas a dos tipos de problemas. El primero fue la creciente desigualdad a escala planetaria entre los países desarrollados y el resto. El mercado global, en especial el mercado financiero global, dijo, "hay que regularlo". Si no se hace, sentenció, "el mercado de capitales se comerá el mercado". Esa regulación debe hacerlo transparente y previsible, porque de otra forma la próxima crisis financiera será más incontrolable que la última. Y así sucesivamente. La forma de afrontar esta situación no puede ser la imposición de los ricos sobre los pobres, sostuvo. "Como cometan el error de creer que pueden gobernar el 80% del mundo poniendo de acuerdo el dólar, el euro y el yen, va a haber la rebelión de los pobres que anuncia Mandela. Los países pobres, los excluidos, aquellos a los que ni siquiera les afectan las grandes crisis financieras internacionales, no van a aceptar un acuerdo de este tipo".

Las dificultades para afrontar esta situación proceden de los vertiginosos cambios provocados por las innovaciones tecnológicas, pero también de que tras el hundimiento del imperio soviético no hay un nuevo orden político y de seguridad en el mundo. González afirmó rotundo: "Hay un sólo poder, el de los Estados Unidos". Y esa realidad sólo puede compensarse, agregó, articulando "zonas de regionalismo abierto". Por eso es tan importante el papel de Europa en el mundo. Porque está creando un nuevo foco de poder en el escenario de la globalización. Definió su criterio ante este proceso con una frase que es también un eslogan: "Necesitamos más Europa que nunca".

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