Entrevista:Luciano Pavarotti | cantante de ópera

"Todavía me flaquea el ánimo al salir a escena"

"¿Aló?". Él mismo ha cogido el teléfono de su apartamento en Nueva York. "Sí, sono io", añade cantarín, con su habitual ironía alegre y la voz un poco ronca. Luciano Pavarotti está en la cima del mundo, frente al mítico Plaza y con vistas a Central Park. Un paisaje lleno de árboles, parecido al que disfruta en su villa de Módena, la ciudad italiana donde nació hace 63 años y donde ahora vive con su segunda mujer, Nicoletta.Pero de Nicoletta, o mejor, de su supuesto embarazo, han dicho los organizadores de la entrevista, no se puede hablar. Y del presunto impago de los impuestos de los ...

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"¿Aló?". Él mismo ha cogido el teléfono de su apartamento en Nueva York. "Sí, sono io", añade cantarín, con su habitual ironía alegre y la voz un poco ronca. Luciano Pavarotti está en la cima del mundo, frente al mítico Plaza y con vistas a Central Park. Un paisaje lleno de árboles, parecido al que disfruta en su villa de Módena, la ciudad italiana donde nació hace 63 años y donde ahora vive con su segunda mujer, Nicoletta.Pero de Nicoletta, o mejor, de su supuesto embarazo, han dicho los organizadores de la entrevista, no se puede hablar. Y del presunto impago de los impuestos de los tres tenores en Alemania, tampoco. Parece un exceso de celo, porque Pavarotti es un divo muy poco divo, un tipo socarrón y simpático al que le gusta mucho bromear... "Sí, me gusta reírme de mí mismo y del resto del mundo. Me parece que todos nos tomamos demasiado en serio, y lo único importante, lo único serio en realidad, son las enfermedades graves y las guerras".

¿Y aquello de que no sabía leer música, era verdad? "¡Era una broma!", dice en español. "Estaríamos arreglados... Un cantante que no sabe leer partituras... Lo que pasa es que a veces me olvido de las letras y las pongo delante. Llevo mucho tiempo cantando, hago muchas cosas distintas, y a veces las olvidas, o las confundes. La música no me hace falta leerla, la música tiene su memoria".

El lunes, Pavarotti cantará en el Teatro Real, por primera vez en solitario, en un recital privadísimo (no hay entradas a la venta) que organiza la Asociación Nacional de Industrias Electrónicas, que ha alquilado la regia sala por 2,5 millones de pesetas para celebrar su 25º aniversario.

Es una prueba más de que la carrera de Pavarotti se sigue moviendo entre la preocupación por llevar la ópera al gran público, la caridad y el enriquecimiento propio. El tenor ha ido a Estados Unidos a presentar un nuevo concierto de la serie Pavarotti and friends, su penúltimo vehículo de beneficencia, que organizan a medias la ONG World Child y la firma Pavarotti International. "Es muy bonito dar la felicidad a la gente con el don de la voz", explica. "Y no sé si hubiera dicho esto al principio de mi carrera, pero ahora canto gratis con gran placer. Sobre todo para los niños". Y luego se explaya contando los logros obtenidos: "Hemos hecho un centro bellísimo, no sólo musical, en Bosnia. Para niños y adultos. Hemos construido un pueblo en Liberia donde los niños pueden aprender un oficio".

Lo único malo del asunto es que los críticos rara vez reparan en la filantropía, y hay algunos incluso que aseguran que la carrera del cantante más cálido, orondo y popular de los últimos tiempos está en pleno declive. Pavarotti no entra a ese trapo, y se limita a detallar el agitadísimo programa de actuaciones que le espera en los próximos meses, a pesar de que aún está en plena recuperación de una flebitis.

Pregunta.¿Cómo está de salud? ¿Qué tal la pierna operada?

Respuesta.Cada día mejor, gracias. Pero hace falta un año entero para recuperarse y yo sólo llevo seis meses.

P.Aun así está anunciado en el Metropolitan el 16 de marzo para cantar Tosca.

R.Sí, ésa es la cita más importante, porque ahí veremos de verdad qué tal ando, cómo ha quedado la rodilla.

P.¿Y no teme tener que cancelar algo del programa del 99? Porque desde aquí a agosto va a cantar cada dos o tres días.

R.Sí, voy a cantar mucho. En Estados Unidos y Canadá, en Beirut, en Estocolmo, Londres, con los tres tenores en Suráfrica... Me da mucho placer.

P.¿Y de fuerza, está bien?

R.Muy bien. En Tokio, el pasado día 9, me encontré muy bien.

P.Parece que en Madrid va a cantar un programa más arriesgado de lo habitual, con piezas de Beethoven, Scarlatti, Puccini...

R.Sí, es un repertorio que abraza toda la literatura musical del tenor. También haré algo de Bellini... La verdad es que cantar solo con un piano es lo más difícil de todo.

P.¿Más que la ópera?

R.Ah, sí.

P.No hay sitio donde esconderse...

R. Exacto. No hay ningún sitio donde esconderse.

P.Así cantan los flamencos. Por cierto, que su amigo Plácido Domingo dice que le duele la garganta cuando oye flamenco.

R.A mí me gusta, pero creo que hay que ser español para entenderlo del todo.

P.¿Querría hablar un poco de su vida privada?

R.Bueno, ya se sabe casi todo: vivo con Nicoletta...

P.Me refiero a sus ideas políticas, esas cosas...

R.Creo que en el siglo XXI los artistas no deben hablar de política. Hace 50 años sí, pero ahora no tiene mucho sentido. Todo el mundo es más o menos socialista, y, más o menos, se respeta a todo el mundo. Si la política no estuviese tan ligada a la economía, ya no habría políticos. Los hay para administrar el trabajo, la sanidad, la justicia... Pero, si no tuviéramos dinero, seríamos mejores.

P.¿Y a qué dedica usted el tiempo libre?

R.Los cantantes nunca tenemos tiempo libre. O cantamos, dentro o fuera del cerebro, o estudiamos música.

P.¿Sin saber leer partituras?

R.Bueno, eso fue un golpe de humor mío, un chiste. La música me la sé de memoria. No puedes cantar si no te la sabes. Las letras se olvidan, pero la música no, y por eso no la tienes que tener delante físicamente.

P.¿No había nada serio en el fondo de esa broma, quizá una reivindicación del sentimiento, o del autodidactismo?

R.No nos pongamos demasiado profundos con esas cosas, que luego la gente se ríe.

P.¿De dónde le viene a usted el humor?

R.Creo que nací así. Soy libra, y tengo mi equilibrio: soy bastante crítico conmigo mismo y con el mundo, bastante sátiro. En el buen sentido, claro.

P.En cuanto al futuro, ¿es verdad que se retira en el 2002?

R.Lo dije yo mismo hace mucho tiempo: que si pasaba el 2001, cumpliría 40 años cantando. Lo que no significa que no vaya a cumplir 45.

P.¿Y cómo se ve a sí mismo después de tantos años?

R.Bueno, cantar es siempre muy, muy difícil. Es típico de los jóvenes tener miedo, sentir esa responsabilidad de no equivocarse, que es fortísima al principio. Yo debería decir que ya no la tengo. Pero la tengo. Aún me flaquea el ánimo al salir a escena.

P.¿Cree que la ópera ha evolucionado algo con las modernas tendencias escénicas?

R.Ha cambiado algo, y no siempre para bien. Muchos directores escénicos sólo quieren que se hable de ellos. Pero esto es como un mueble antiguo y preciosísimo, que sólo se puede cambiar desde una lógica incontestable. Hace falta mucho buen gusto y mucha gracia para tocarla.

P.¿Le gustaría enseñar a cantar?

R.Lo haré en su momento. Espero poder ayudar a cantantes ya hechos y que les falta un poquito para ser grandes.

P.¿Ve algún sucesor?

R.Hay muchos, pero hace falta ver si logran hacer una carrera de 30 o 40 años. Y el tenor se despide con cortesía operística. Tiene que prepararse para coger el avión que le trae (hoy) a Madrid. Pero no irá a ver el derby el domingo: "Lo veré en el hotel. Hace mucho frío. E siamo sempre tenori ".

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