Viena conmemora el centenario de la muerte de la emperatriz Sissi

Disturbios en Ginebra al inaugurarse una estatua en su memoria

El anarquista italiano Luigi Lucheni había querido asesinar al rey Humberto de Italia, pero a falta de dinero para el viaje al sur, y como estaba en Suiza, se contentó con matar a otro icono de la realeza: la emperatriz Elisabeth de Austria. Era el 10 de septiembre de 1898. Sissi, que tenía ya 60 años, fue sorprendida por Lucheni cuando se dirigía caminando a tomar un bote en el lago de Ginebra. El cuchillo le perforó el corazón.

Mientras los restos de Sissi descansan en la cripta de Los Capuchinos, en el centro de Viena, la cabeza de su asesino, que se suicidó en la cárcel ahorcándose ...

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El anarquista italiano Luigi Lucheni había querido asesinar al rey Humberto de Italia, pero a falta de dinero para el viaje al sur, y como estaba en Suiza, se contentó con matar a otro icono de la realeza: la emperatriz Elisabeth de Austria. Era el 10 de septiembre de 1898. Sissi, que tenía ya 60 años, fue sorprendida por Lucheni cuando se dirigía caminando a tomar un bote en el lago de Ginebra. El cuchillo le perforó el corazón.

Mientras los restos de Sissi descansan en la cripta de Los Capuchinos, en el centro de Viena, la cabeza de su asesino, que se suicidó en la cárcel ahorcándose con el cinturón en 1910, se conserva en formol en el Museo Anatómico-Patológico en el viejo Hospital General de Viena. En este morboso recinto llamado Torre de los locos, en el que se exponen al público fetos malformados en frascos de vidrio, se presentaron ayer las memorias de Lucheni, publicadas bajo el título No me arrepiento de nada.Este modesto evento fue lo único llamativo en la capital austriaca en la fecha precisa del centenario del atentado, quizás porque los austriacos ya han explotado hasta sus límites más extremos la conmemoración del mito de la bella y triste monarca en lo que va de año, con un sinfín de exposiciones y libros, entre los que se destaca como biografía más acertada la publicación de Brigitte Haman.

A cien años de su muerte, Sissi sigue despertando pasiones en Ginebra, informa Luis Vázquez. Apenas unos minutos después de que la estatua que le fue consagrada en el mismo sitio en que fue asesinada fue inaugurada formalmente, un grupo de jóvenes anarquistas que se manifestó contrario a la aristocracia se enfrentó a golpes con la policía. Las fuerzas del orden intervinieron poco antes de las diez de la noche del miércoles, después de que fueron advertidos de que individuos sin identificarse estaban dañando la escultura. Enseguida varios manifestantes atacaron a un solo policía y, según un comunicado oficial, "le provocaron una doble fractura del peroné de la pierna derecha". El gendarme fue objeto de una intervención quirúrgica durante la noche y un segundo policía fue quemado con una antorcha. Un grupo de cuatro personas fue arrestado, interrogado y liberado horas después porque se comprobó que no tenía nada que ver con los sucesos.

El atractivo histórico de la consorte de Francisco José ha adquirido también nuevo brillo debido a sus similitudes con la también trágicamente desaparecida Diana de Gales. El paralelismo de ambos ídolos femeninos -ambas bellas, poderosas, rebeldes, anoréxicas y engañadas por sus maridos- ha sido tema de numerosos libros, debates, documentales televisivos y también de una gran exposición en el castillo de Albeck, en el sur de Austria.

Al contrario de Lady Di, que hasta el último momento de su vida se vio perseguida por los paparazzi, las últimas fotos de Sissi datan de 30 años antes su muerte. En la pasada primavera, una exposición en Viena explicaba que por coquetería la emperatriz había prohibido que la retrataran en cuanto le empezaron a salir las primeras arrugas. Dado que sus súbditos no conocían su rostro de anciana, Sissi se sentía al amparo del incógnito y por eso rechazó la escolta el día en que fue asesinada.

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