CÓRDOBA

Espectáculo lamentable

Había corrido el reloj una hora y media y sólo se habían lidiado dos toros. La invalidez manifiesta del segundo y tercero no dejaban dudas para su devolución, lo que en la plaza de Córdoba constituye un serio problema, ya que la parada de cabestros no es capaz de meter al toro en el corral, convirtiéndose este sucedáneo del espectáculo en casi acontecimiento. El primer toro devuelto pasó en el ruedo casi media hora desde que el presidente sacara el pañuelo verde que ordenaba su vuelta a los oscuros chiqueros.Ante este lamentable espectáculo varias veces repetido en la plaza de primera categorí...

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Había corrido el reloj una hora y media y sólo se habían lidiado dos toros. La invalidez manifiesta del segundo y tercero no dejaban dudas para su devolución, lo que en la plaza de Córdoba constituye un serio problema, ya que la parada de cabestros no es capaz de meter al toro en el corral, convirtiéndose este sucedáneo del espectáculo en casi acontecimiento. El primer toro devuelto pasó en el ruedo casi media hora desde que el presidente sacara el pañuelo verde que ordenaba su vuelta a los oscuros chiqueros.Ante este lamentable espectáculo varias veces repetido en la plaza de primera categoría de Córdoba, se unió el aburrimiento.. Todo ello ensombreció la llegada al escalafón de los toreros de Alejandro Castro, que en el toro de su alternativa puso de manifiesto la falta de oficio. Castro no cogió el sitio con ese animal que reclamaba más distancia. No consiguió hacer nada con el que cerró plaza, un marmolillo que se rajó al inicio.

Nuñez /Finito, Pireo, Castro

Toros de Marcos Núnez: sin fuerza; segundo y tercero devueltos por inválidos; quinto de Carlos Núñez, sin fuerza; primer sobrero de Joao Moura, sin fuerza; segundo sobrero, de Carlos Núñez, manso. Finito de Córdoba: ovación y ovación. El Pireo: silencio y ovación. Alejandro Castro, que tomó la alternativa: una oreja y ovación.Plaza de Córdoba, 5 de septiembre. Un cuarto de entrada.

La faena de Finito a su primero tuvo dos fases. Una primera en la que estuvo poderoso, pero cuando tenía que haber bajado la mano, el toro estuvo por encima y no lo dejó estarse quieto. En el segundo no pudo hacer nada ante la invalidez y el peligro que sacó su enemigo en el tramo final. El Pireo no pudo pegar un muletazo en toda la tarde, y no por su culpa. Tuvo el peor lote.

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